El problema de la libertad humana viene siendo discutido filosóficamente desde Aristóteles. Epicuro es el primero en poner en discusión si el hombre es o no libre. Pero hoy no debemos dejar de mencionar que ser libre es un valor intrínsecamente ligado a toda la existencia del ser humano, cuyo punto de partida es el libre albedrío, es decir, la facultad que tenemos todos de tomar nuestras propias decisiones. Por lo tanto, es un bien público que no sólo se encuentra en nuestra civilización reciente.
La libertad, ese bien preciado, está en plena vigencia después de un largo proceso de decantación, nada pacífico por cierto, y más cuando tratamos el tema de que los negros eran relegados a ser considerados como cosas.
En América Latina, desde el momento en que los conquistadores colocaron su pie, fue idea fundamental de ellos y sus representados (llámese monarcas) dar inicio a una especie de supremacía perenne, ya que se consentía que en nombre de la cruz y la espada se debía “proteger, evangelizar y cuidar” estas tierras llena de personas salvajes y desprovistas de toda sabiduría.
Erradamente se ha creído que en la historia de América los negros no jugaron un papel importante, por ejemplo, en el proceso de independencia de las colonias americanas. Sin embargo, los antecedentes muestran cómo forjaron un sentimiento de búsqueda de la libertad antes que los propios criollos.
Toda la historia escrita de América Latina (respaldada por las Academias Nacionales de Historia) abren el capítulo de la independencia de América latina con las revoluciones de 1810, omitiendo quizás deliberadamente a Haití. Algunos autores han llegado a argumentar que no se ha analizado este país porque no era colonia hispanoamericana, sino francesa. Como si Haití no hubiera sido culturizada por los mismos originarios que habitaron otras islas del Mar Caribe y luego, colonizada por los españoles. Sin embargo, esta gran rebelión de negros en Haití iba a influir poderosamente en el curso de los acontecimientos donde había llegado la conmoción de la Revolución Francesa antes que en otras colonias.
Los acontecimientos que estremecieron a Saint-Domingue (nombre con que se conoció la colonia establecida por Francia en la isla La Española, que por un tiempo abarcó toda la isla, es decir, los países actuales de Republica Dominicana y Haití) desde 1791 a 1804 convirtieron a la colonia europea más rica de su época en una nación independiente gobernada por antiguos esclavos y sus descendientes.
Antes de avanzar con esta historia hay que distinguir dos tipos de esclavos negros: los del campo y los domésticos. Los segundos tenían una mayor preparación para dirigir un movimiento de liberación en sus comienzos, como resultado de su mayor desarrollo social y cultural. En cambio, los esclavos del campo, más hoscos, pero también más decididos y más rebeldes, se constituirán en la masa combativa del movimiento de liberación y, eventualmente, de su seno surgirá una jefatura más intrépida y presta a defender sus ideales y que lucharía hasta las últimas consecuencias.
Es así como esta experiencia de independencia los vuelve más prácticos. Por eso iniciaron la búsqueda de libertad a toda costa. No les interesaban las proclamas o los discursos rimbombantes, retóricos, de corte emancipado o románticos en exceso, que poco tenían que ver con el estado real de esclavitud que venían sufriendo desde hacía tres siglos.
Saint-Domingue se había transformado en la colonia francesa más productiva del Caribe y competía con las islas azucareras británicas y españolas. Su población blanca era minoritaria (40.000 habitantes aproximadamente en estas fechas) frente a la creciente importación de esclavos negros, que hacia 1789 representaban el 90 % de la población.
La independencia de Haití fue un hito en la historia de América, se podría decir que la historia de una América libre y soberana se empezó a escribir en Haití, con un sigilo y una capacidad organizativa sin par, puesto que los esclavos de confianza de varias plantaciones organizaron la insurrección con la participación de grupos cimarrones.
La emancipación haitiana se inspiraría en las reivindicaciones por la libertad, la igualdad y la justicia salidas de las esencias del pueblo, que tomaron fuerza tras el estallido de la Revolución Francesa, y que servirían de fundamento y orientación al designio republicano. Esto aparecería plasmado sucesivamente en la constitución de 1801 redactada por Toussaint Louverture, padre de la independencia haitiana, y la de 1806 promulgada por Alexandre Pétion, considerado el auténtico fundador de la República. Ellos asumieron la representación de las ideas de la Revolución Francesa en América, pero lo universalizaron más allá de sus límites clasistas, raciales y eurocéntricos.
Haití fue la segunda nación libre del continente, y más impactante fue su historia, que se convirtió en un símbolo, al considerarse su revolución como la primera y única de esclavos negros. Este hecho, sin duda, estremeció ese mundo moderno de 1791, porque se estaba forjando el primer país en declarar su independencia en América Latina. Pero, por ironía de la dominación, hoy es la nación más pobre de América y con un bajo índice de defensa de los derechos humanos.
“Las cadenas de la esclavitud solamente atan las manos: es la mente lo que hace al hombre libre o esclavo”. Franz Grillparzer
Fuentes
- Franco, José, Historia de la Revolución de Haití, Editora Nacional, Santo Domingo, 1966, pp. 9-57.
- James, CLR, The Black Jacobins, Vintage, New York, 1989, pp. 40-47.
Publicado en Papel de periódico
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