“La inclinación a aprender de la vida misma y a crear condiciones de vida tales que todos aprendan en el proceso de vivir es el fruto más valioso de la escolarización» (Dewey)
El estudiante en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje implica una vinculación cooperativa entre la escuela y la familia. Lejos de estar enfrentados y en posiciones contrarias, resulta fundamental que ambos actores principales en la trayectoria del estudiante se comprendan, dialoguen y mantengan una relación de empatía y escucha activa.
En este contexto, la relación entre padres, madres y docentes no puede ser un simple intercambio de información; requiere ser una alianza estratégica construida sobre la confianza, el respeto y el propósito compartido de formar a los ciudadanos del futuro para el desarrollo posible y real de un proyecto de vida personal y colectivo.
La escuela es el espacio privilegiado para aprender a vivir con otros. Allí se desarrollan habilidades socioemocionales fundamentales: el trabajo en equipo, la empatía, la resolución pacífica de conflictos, el respeto por la pluralidad de miradas y la responsabilidad con el otro. Pero para que estos aprendizajes se consoliden, la familia tiene un papel clave como comunidad de referencia que acompaña, sostiene y refuerza lo que se trabaja en la escuela.
Una comunicación efectiva entre la escuela y la familia se basa en reglas claras para ambos actores, alineación de expectativas, pero sobre todo en la valoración positiva del rol de la escuela para la vida de los chicos y chicas que transitan las aulas del nivel inicial, primario y secundario. Poner al estudiante en el centro requiere que tanto la escuela como la familia asuman su responsabilidad, pero también que desarrollen una lógica de trabajo compartido, marcada por la confianza, el diálogo y la construcción de objetivos comunes. Lejos de limitarse a una simple transmisión de información administrativa, esta relación debe pensarse como una alianza estratégica en torno a una tarea central: formar a ciudadanos críticos, empáticos y comprometidos con el desarrollo individual y colectivo.
La nota fue realizada para la revista educativa El Arcón de Clio por: Florencia Camerano. Licenciada en Ciencia Política (UBA), Especialista en Cooperación Internacional (UNSAM), Magister en Cooperación Internacional (UNSAM), Diploma Superior en Ciencias Sociales con mención en Educación y Nuevas Tecnologías (FLACSO). Actualmente, es la Coordinadora de Gestión Académica del Rectorado de la Fundación Barceló y responsable del Programa de Movilidad entre la Facultad de Educación de la Universidad de Hamburgo y la Universidad de la Ciudad. Se desempeñó como Jefa de Asesores del Rectorado de la Universidad de la Ciudad. Asimismo, cuenta con una experiencia de más de 10 años en el Ministerio de Educación de la Nación, siendo en los últimos 5 años, asesora de la Dirección de Calidad Universitaria de la Secretaría de Políticas Universitarias de dicho Ministerio.
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