La Relectura de los Libros de Infancia. Chile

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Hace un par de meses tuve oportunidad de volver a leer uno de los primeros libros que leí de niña: “Papelucho en la Clínica”, de la autora chilena Marcela Paz. A 30 años de esa primera lectura, reviví la historia de un niño de 10 años, que aburrido de esperar en la clínica a su madre, que acababa de dar a luz a su hermana menor, inventa un juego de intercambiar roles con Casimiro, un niño hospitalizado, a punto de entrar a pabellón. Así, totalmente sano, Papelucho termina operado de apendicitis, entre otras aventuras.
La relectura de Papelucho me hizo disfrutar de cada una de sus páginas, como si fuera la primera vez. La risas y asombros volvieron a nacer que, por un momento, regresé al tiempo y al espacio de la niña de hace 30 años. No obstante, a diferencia de la primera vez, este libro se leyó con los ojos de un adulto, por lo que la lectura se acompañó de un análisis más profundo del contexto socio cultural relatado en la historia, el cual no pude percibir en mi infancia.
A raíz de este suceso personal, he mediado en la pregunta ¿será recomendado volver a leer los libros de infancia? Por experiencia, sabemos que cuando los niños pequeños – y también los adultos- se sienten a gusto con una actividad, tienden a repetirla. Esto se observa, por ejemplo, en las repetidas veces que preescolares vuelven a ver sus dibujos animados o películas favoritas, hasta el punto de memorizar los diálogos y gestos de los personajes. La misma situación ocurre con la lectura.
Respecto de este punto, Chambers (2007) ha señalado que, al releer una historia, es posible recuperar lo que disfrutamos la primera vez y, al mismo tiempo, descubrimos detalles que no habíamos notado en la primera lectura, lo cual permite un entendimiento más profundo y una visión distinta del libro. Por consiguiente, invitar a las infancias a releer las historias de sus personajes favoritos no sólo les permitirá recordar detalles de dichos personajes, por ejemplo, sus nombres, características físicas, emocionales u otros aspectos. También, la relectura permite rememorar la forma en que estos protagonistas, de una u otra manera, han podido influir en la vida de los lectores, es decir, aquellos vínculos personales establecidos con las historias y sus protagonistas.
Al releer un libro por segunda, tercera o cuarta vez, no somos la misma persona que leyó (o a quienes se lo leyeron) por primera vez. En ocasiones, incluso el mismo texto parece ser diferente. ¿Por qué esa percepción? Simplemente, porque las circunstancias, las experiencias de vida, los contextos y el estado emocional de los lectores cambia, lo que influye directamente en la comprensión y en la interpretación de la obra. Esto se debe al intertexto lector, definido como el espacio de encuentro en el que interactúan las aportaciones del texto con los saberes, habilidades
y estrategias del lector (Mendoza, 2001).
Gracias al intertexto, este espacio íntimo de encuentro entre el lector y el texto, es posible comprender el significado de una obra, en donde las experiencias y conocimientos previos del lector permiten que se genere un vínculo profundo con el contenido de la lectura, permitiendo con esto, su interpretación. Lo interesante de este proceso, es que el intertexto no se define por la edad del lector. Todo lo contrario, este espacio íntimo de encuentro se puede dar en la más tierna infancia, como en la avanzada adultez. Por lo tanto, es bueno que los lectores retomen sus lecturas previas, sus lecturas de infancia o juventud.
Para contribuir con el proceso de relectura, se ha aconsejado llevar un diario de lecturas (Chambers, 2007), entendido como algo más que un registro de títulos u autores. A diferencia de un lectómetro – que mide la cantidad de lecturas realizadas – , un diario de lecturas incluye, además, las reflexiones de cómo nuestra forma de pensar ha podido cambiar gracias a la lectura y los sentimientos que hemos podido experimentar con los relatos. En otras palabras, la manera en que nuestra vida como lectores se ha configurado gracias a las diferentes experiencias literarias.
Por tanto, una buena estrategia didáctica, para aplicar en el aula con niñas, niños y adolescentes, es llevar diarios de lectura, en donde se registren las experiencias lectoras. Mayor aún, cada cierto tiempo, retomar lecturas pasadas y contrastar ambas experiencias.
Sin duda alguna, este tipo de actividades puede enriquecer aún más el mundo interior de los lectores, sobre todo, en un contexto tan acelerado como el que vivimos actualmente, en donde se levanta fuertemente la tendencia de la Speed Reading, con técnicas para leer cada vez más rápido una mayor cantidad de textos, empleando para ello el menor tiempo posible. En este contexto, es necesario hacer una pausa y volver atrás. Tal como dice Larrosa (2003) interiorizar el tiempo y convertirlo en la propia sustancia, es decir, reencontrarnos con un texto, en otro tiempo y espacio para hacerlo parte de mi esencia como lector, lo que nos da el impulso que necesitamos para seguir avanzando en el mundo de la literatura. ¿Te animas a intentarlo?

Referencias
Chambers, A. (2007). El ambiente de la lectura. Fondo de Cultura Económica.
Larrosa, J. (2003). La experiencia de la lectura. Fondo de Cultura Económica.
Mendoza, A. (2001). El intertexto lector. El espacio de encuentro de las aportaciones del texto con
las del lector. Publicaciones Universidad Castilla-La Mancha. Colección Arcadia

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Acerca de Pamela Cataldo Muñoz 6 Articles
Educadora de Párvulos y Licenciada en Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con quince años de experiencia laboral en educación inicial. Posee un Postítulo en Trastornos Específicos del Lenguaje, un Magíster en Didáctica del Lenguaje por la Universidad Alberto Hurtado y, actualmente, se encuentra finalizando sus estudios de Máster en Lectura, Libros y Lectores Infantiles y Juveniles en la Universidad de Zaragoza, España. Su alto compromiso con la educación infantil la ha motivado a trabajar en sectores con marcados índices de vulnerabilidad social, lo que ha permitido afianzar su vocación profesional. Hoy, desde la academia, esta amante de la literatura infantil comparte sus experiencias con futuros educadores y técnicos en párvulos, dictando las cátedras de Desarrollo del Lenguaje y Didáctica del Lenguaje en una Universidad y un Centro de Formación Técnica de la ciudad de Santiago de Chile. Además, participa de diferentes proyectos relacionados con el área del lenguaje y literatura para las infancias

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