Falucho

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 En la noche del 6 de febrero, se hallaba de guardia en uno de los torreones, un soldado negro del Regimiento Río de La Plata, Antonio Ruiz. Como uno de los tantos soldados, quedó envuelto en la sublevación que, hasta aquél momento no tenía más carácter que el de un simple motín. Mientras éste centinela custodiaba en lo alto del torreón donde flameaba la bandera peruana,  Casariego decidía con los sublevados, enarbolar el pabellón español. Esto debía hacerse en horas de la noche para evitar que las tropas argentinas, tuvieran tiempo de arrepentirse y cambiar de decisión.

La bandera española fué llevada en triunfo hasta el torreón donde debía ser izada con una salva general de todos los castillos. Faltaba poco para amanecer y en ese momento los realistas liberados encabezados por Oliva, llegaron al torreón donde se encontraba de guardia Antonio Ruiz.

A la vista de los presos liberados con la bandera española, el guardia comprendió la situación pero sobre todo, las consecuencias del motín y, abandonando su arma se tiró al piso donde se puso a llorar, al ver el triunfo de aquellos a quienes había combatido durante catorce años. Los encargados de izar la bandera realista ordenaron a Ruiz que presentara armas al pabellón del Rey  que se iba a enarbolar.

Cuenta el gral. Enrique Martínez en Montevideo, en 1845, que el soldado porteño dijo «no puedo hacer honores a la bandera contra la que he peleado siempre», mientras Mitre que los realistas gritaban desaforados» ¡Revolucionario, Revolucionario!» recibiendo por respuesta por parte del soldado argentino » Mas vale ser revolucionario que traidor» y acto seguido, partió el fusil de un golpe contra el asta de la bandera española.

Los sublevados apresaron del soldado que gemía y cuatro tiradores realistas apuntaron a su pecho y a la voz de «¡Fuego!» gritó, antes de recibir los balazos que lo arrojaron muerto contra la pared del torreón: «¡Viva Buenos Aires!»

Así murió Antonio Ruiz, negro liberto nacido en Buenos Aires, incorporado a las filas del regimiento de Pardos y Morenos,  posteriormente al Batallón 8 de los Andes y por último al Regimiento Río de la Plata, que combatió en Chacabuco, Maipú y Cancha Rayada. Sus compañeros lo conocían como «Falucho» y así, bajo ese apodo se hizo famoso.

Respecto a este hecho, cuenta el coronel Juan Isidro Quesada en su biografía que »  después de varias conferencias, los amotinados elevaron el pabellón español…Cuéntase que hubo gran disgusto entre los soldados insurrectos cuando algunos enarbolaron la bandera española, y que considerable número de los soldados argentinos, rompieron sus armas y quisieron evadirse, por no participar del crimen que habían cometido…»

El  General Gerónimo Espejo agrega que : «…vimos afirmar la bandera española en los castillos y torreones, con salvas de artillería. Con este motivo circularon en Lima referencias a negros del » Río de la Plata » que se habían obstinado en no gritar «viva el rey», así como que habiendo ocurrido una especie de nuevo motín por esta causa, Moyano y Casariego lo habían sofocado, atravesando con su espada a algunos y fusilando a otros…»

 El Coronel Juan Espinoza, en sus memorias  publicadas en Perú en 1852, relata que “ el centinela que estaba en el baluarte de las casas – Matas , y cuyo nombre sentimos no recordar, pero que se distinguió en el ejército con el apodo de Falucho, cuando se le mandó presentar armas al pendón español, entendió que el  no podía hacer honores a un pabellón contra el que había luchado siempre…y tomando su fusil por el cañón, lo rompió contra el asta de la bandera…”

Respecto de la actuación de este héroe olvidado, dice  José Zapiola ( “Recuerdos de 30 años. 1810/1840 “ ) “…el africano Falucho, soldado de Cazadores del mismo batallón ( el 8 ) …se atrevió a desafiar a sus camaradas de Chacabuco y Maipú llamándolos traidores y concluyendo por hacer astillar su fusil contra el paredón. Los traidores lo hicieron fusilar…” 

 “Así es que lograron enarbolar el estandarte real con las propias manos que tantas veces lo habían destrozado. Habiéndonos entregado por este acto a los españoles, fuimos declarados prisioneros de guerra. A los 40 días de encerrados en las Casas  – Matas   fuimos trasladados de allí,  por la división Monet al cuartel general de Guancayo…» ( de la exposición del coronel Pedro José Díaz)

“Los prisioneros fueron encerrados en los calabozos subterráneos de las Casas Matas y estos  solo contaban con pequeños respiraderos que apenas daban paso a la luz, por lo que los prisioneros vivían en tinieblas. “ …Hacía dos días que el desorden reinaba en la plaza y nadie se había acordado de dar de comer a los prisioneros…para mayor tormento se habían aglomerado en una sola cuadra, mas de cien personas que no tenían el aire suficiente para respirar, ni el suelo necesario para dormir…” (Mitre, Bartolomé. Páginas de Historia. Biblioteca la nación, Bs. As. 1906.)

El 28 de febrero, el general realista, Monet, ocupó Lima y un día después, el general Rodil se hizo cargo de la fortaleza del Callao. En esos  mismos momentos, el marquès de Torre Tagle, el Vicepresidente del Perú Diego Aliaga,  el Ministro de Guerra Juan Berindoaga, el general Mariano Portacarrero, 105 oficiales superiores peruanos, el regimiento peruano de Lanceros de la Guardia  y el de Lanceros Peruanos, se pasaron a las fuerzas realistas y se encerraron en el Callao bajo la protección de la bandera española. Los realistas y los “pasados” llegaron a totalizar 2600 hombres en la fortaleza.

Los traidores sargentos Oliva y Moyano llegaron a ocupar altos puestos en el ejército español al mando de Canterac : Moyano llegó a ocupar el cargo de Brigadier en España, donde murió en 1844 mientras que  Oliva también alcanzó la jerarquía de coronel en el ejército español.

Muchos de los sublevados se rebelaron luego contra los españoles y fueron a dar prisioneros, con sus jefes a los calabozos del Callao. Algunos fueron rescatados después de la batalla de Ayacucho, volviendo a la patria – unos – y otros quedaron en Perú.

Los prisioneros de El Callao y el “Sorteo de Matucana”…

Los oficiales y jefes prisioneros de la rebelión, en número de 160,  fueron trasladados por los realistas de la “División Monet” a otra prisión, cercana al lago Titicaca.

Para mayor seguridad, los jefes y oficiales fueron divididos en dos grupos de 80 hombres cada uno. La división Monet salió de Lima el 8 de marzo de 1824 y tomó el camino de la quebrada de San Mateo. Al tercer día llegaron a la estrecha ladera de Tambo Vizo, tan angosta sobre los desfiladeros, que los hombres debían pasar de a uno en fondo.

En una curva del camino, los oficiales Juan Ramón Estomba[1] y Juan Pedro Luna[2]  se agacharon como para tomar agua y se fueron deslizando por la ladera mientras dos oficiales argentinos,  Juan Antonio Prudan,  (prisionero desde Vilcapugio en el Callao hasta que la expedición de San Martín lo había liberado) y el capitán Alejo Millán (prisionero desde Ayohuma en el Callao hasta que la expedición de San Martín lo liberó)  cerraron el claro para que los guardias no observaran el intento de fuga.

Recién al amanecer del día siguiente, el general Monet tomó noticia de la fuga de dos oficiales argentinos por lo que, luego de insultar y castigar corporalmente a los prisioneros que quedaban, ordenó la inmediata búsqueda, la que arrojó resultados negativos.

Al llegar al pueblo de San Juan de Matucana, a 19 leguas de Lima, la división se detuvo y  el gral. realista García Gamba ordenó a los prisioneros que se formaran en ala comunicándoles luego que, debía procederse a sortear dos oficiales para que murieran como castigo por los dos que se habían fugado.

El dr. Lopez Aldana, auditor del ejército patriota (a la sazón prisionero con el resto de oficiales) se quejó vivamente por el procedimiento aplicado ya que » en ninguna parte se ha visto que la víctima sea custodia de la víctima. Que responda el oficial por las faltas pero jamás ninguno de los prisioneros…» El auditor patriota fué interrumpido por el oficial realista que contestó vivamente: «Bastante se ha observado el derecho de gentes con Ud. y sus compañeros, porque todavía tienen la cabeza sobre los hombros…» e inmediatamente dispuso iniciar el sorteo.

El coronel argentino Videla Castillo intentó ofrecer su vida para salvar al resto de los oficiales pero, le fué denegado. y protestó: «¡con qué derecho hace esto! « a lo que el general García Gamba le contestó «¡ con el derecho del que lo puede!»

Insistió nuevamente el coronel Videla  Castillo diciendo «aquí estamos dos coroneles, elija Ud. cual de los dos ha de morir o fusílenos a los dos juntos, y hemos concluído». «¡ No, no, a suerte, a suerte ! « gritaron todos los prisioneros.

Luego de otro fallido ofrecimiento del general Vivero, oficial español pasado a los patriotas en Guayaquil, para que se dispusiera de su vida y no la de los prisioneros, García Gamba procedió a escribir los papeles y a colocarlos en un morrión. A continuación, pasó lista a los oficiales que deberían recoger el papel que indicaría si viviría o sería fusilado.

Pasaron varios prisioneros que, calmosamente recogieron sus cédulas y, al ser blancas, salvaron la vida. Al llegar el turno del oficial peruano de apellido Tenorio, éste se negó a sacar el papelillo y dijo: » que declare primero el señor» señalando al capitán argentino Ramón Lista –  el sabe quiénes protegieron la fuga.»

En ese momento de discusión entre Lista y Tenorio se levantaron dos voces que gritaron  «¡yo soy el que sabe!» todos los compañeros comenzaron a gritar desesperados para que continuara el sorteo sin hacer caso de la autodenuncia de los dos oficiales.

Como el general García Gamba no supo què hacer en ese momento, uno de los oficiales gritó «¡Es inútil ! en prueba de que soy yo el que debe morir, aquí está una carta del coronel Estomba.». El otro oficial gritó: » y en mi equipaje encontrarán una casaca del oficial Luna !»  Convencido el general realista de la culpabilidad de los oficiales Prudan y Millan, ordenó que se los pusiera en capilla y les dieron dos horas para encomendar su alma a Dios.  Como último deseo, el porteño  Millán solicitó que le trajeran el uniforme y las medallas que tenía en la maleta.

Los prisioneros fueron formados de a dos en fondo, frente a los condenados. Cuando los guardias pretendieron vendarles los ojos, ambos se resistieron y permanecieron de pié,  cayendo abatidos por la descarga. Los verdugos, no satisfechos con la muerte de estos dos héroes, hicieron desfilar delante de los cadáveres a todos los prisioneros.

Estomba, luego de la huída fué recogido por tropas patriotas y se dedicó a la guerrilla con los naturales altoperuanos. Para octubre de ese año  fué designado  «comandante de Costa». A su cargo estuvo fusilar a varios de los cabecillas de la rebelión al fin de la guerra.

Los sobrevivientes de la columna de prisioneros continuaron su viaje y fueron confinados en la Isla de Estévez, en el lago Titicaca. Muchos de ellos organizaron un escape, parcialmente exitoso al pasar por el pueblo de Santa Rosa.

Los prisioneros se sublevaron contra sus captores y luego de un  desigual  combate  de  prisioneros  desarmados contra  200  soldados  armados, triunfaron  los  patriotas,

quitáronle las armas  al enemigo  para hacer uso de ellas, y conseguida la victoria de dirigieron a las provincias de Azángaro y Carabaya,y  proclamaron  la  independencia de esos pueblos. Luego  se  dirigieron  hacia  La  Paz,  pero  su  marcha  se retrasaba  por  llevar  consigo,  80  prisioneros  españoles  y al  no  poder unirse  al  caudillo altoperuano  Lanza,  ante  la  noticia  de que  el  general  Valdez  con  una  importante  fuerza, avanzaba  a  reprimirlos, se  retiraron  a  las  montañas  de los  Yungas.  Allí  esperaban  reunirse  con  Lanza pero  los realistas  los  fueron  cercando  con  importantes  fuerzas, por  lo  que  decidieron  dividirse  en  pequeños  grupos  y escapar a traves de las montañas.

Algunos  escaparon  ayudados  por  los  indígenas del  lugar  y  se  refugiaron  en  las  montañas  del  Coroyco, en el Alto Perú. Veintisiete  de  ellos murieron  de  hambre  y  sed,  otros devorados  por  las  fieras  y  otros  se  entregaron nuevamente a los españoles, siendo trasladados a la ciudad de la Paz. La batalla de Ayacucho puso fin a su cautiverio.

Escolástico Magan[3]  y Ramón Lista[4], figuraron entre los que escaparon en el pueblo de Santa Rosa pero, perseguidos por los enemigos y, atacados por las fieras, el hambre y la enfermedad del surumpí cayeron en poder de los realistas. Cuando estaban por ser fusilados, un ataque de los guerrilleros del patriota Manuel Lanza impidió la ejecución y fueron remitidos a la Isla de Estévez con los demás prisioneros del Callao

Ramon Saavedra[5] fue uno de los que tuvo la suerte de escapar y reincorporarse al ejército libertador comandado por Bolívar. Por esta razón, llegó a participar en la batalla de Ayacucho. (diciembre de 1824)

Antonio Saturnino Sanchez[6], estuvo en el grupo que consiguió fugarse del pueblo de Santa Rosa. Huyó a Cochabamba y permaneció allí hasta enero de 1825. Sublevó a las tropas realistas a favor de la independencia y por ello fue condecorado y designado gobernador de Chayanta.

Cayetano Quiròs consiguió escapar y se desempeñò como jefe de las guerrillas de Huaura hasta que fue destinado al Callao en enero de 1824.Murió combatiendo contra los realistas, junto a su esposa, cerca de Piura

Cipriano Mirò[7], escapó con otros compañeros en el pueblo de Santa Rosa, pero fue recapturado por los realistas en las montañas de Songos. Permaneció en la isla de Estévez hasta diciembre de 1824. Se incorporó a la expedición de Alvarado y Perez de Urdininea

Hilarion Plaza[8], originario del batallón 7, había sido hecho prisionero en la batalla de Zepita (25-8-1823) mientras comandaba el 2º batallón de la legión Peruana. Se reencontró con sus viejos compañeros de armas en la prisión del lago Titicaca.

Juan Angel Michelena[9],prisionero en Moquehuá, también se reencontrò con sus viejos compañeros en la prisión de la isla de Estevez. fue liberado en febrero de 1824

Francisco Crespo, Sobrevivió a la prisión. Regresò al país y participó en la guerra con Brasil. Se destacó en la “Vuelta de Obligado “

Nicolas Medina, Sobrevivió a la prisión. Regresò al país y participò en la guerra con Brasil. Murió en la guerra civil argentina luchando en el bando unitario.

Francisco Borja Moyano, Sobrevivió a la prisión, participó en la guerra civil en el bando unitario. Emigró a Bolivia

Manuel Castro. Sobrevivió a la prisión. Participó en la guerra con Brasil y emigró a Montevideo en la época de Rosas.

Pedro Jose Dominguez. Participó en la guerra con Brasil y en la guerra  civil argentina, en el bando unitario.

Manuel Vellejos. Sobreviviò a la prisión y permaneció en Bolivia, donde murió en 1877

Valentin Calderòn, Sobrevivió a la prisión. Murió en la guerra civil argentina luchando en el bando unitario

Lorenzo Roman Gonzalez. Sobrevivió a la prisión. Participó en la guerra con Brasil y  civil argentina

Francisco Bermùdez, Sobrevivió a la prisión. Regresò en 1826. Pasó a vivir en Montevideo, donde murió

Tambien sobrevivieron a la prisión y regresaron al país entre 1825 y 1826: Abramo Fernando.(participò en la guerra civil en el bando federal) Manuel Lopez  Manuel Antonio Pizarro y Domingo Reaño (participaron en la guerra civil en el bando unitario) y Juan Esteban Rodriguez (participò en la guerra contra el Brasil. Murió en la guerra contra el indio en la Pcia de Bs. As.)

Los desdichados que quedaron en prisión, estuvieron allí hasta el 15 de diciembre de 1824, fecha en que sublevados bajo las órdenes del coronel Videla Castillo[10] y el General Rudecindo Alvarado[11], pudiendo liberarse de los realistas. Alvarado tomó el mando de esta pequeña fuerza (que con los prisioneros existentes en el lugar llegó a 292 oficiales y 18 soldados) y luego de penosa marcha, se incorporaron al ejército del Mariscal Sucre, vencedor en la batalla de Ayacucho.( según el testimonio del gral. Pedro José Díaz[12])

El 25 de diciembre de 1824 Bolívar entra en Lima y pone sitio nuevamente a la fortaleza del Callao que, al mando del general español José Ramón Rodil, no aceptó los términos de la capitulación de Ayacucho y resistió hasta el 22 de enero de 1826, cuando ya no le quedaban más que 400 soldados (solo 91 españoles), ni alimentos ni municiones, se rindió al general Bartolomé Salom. Mientras tanto,  en agosto de 1825, Bolívar ingresa en la ciudad de La Paz y clava en el cerro Potosí, las banderas de Colombia, Chile, Argentina y Perú.

La guerra había terminado y en ella, había participado los hombres del viejo Ejèrcito de los Andes hasta el final, ya que algunos de los sobrevivientes de la sublevación del Callao (prisioneros escapados a los realistas)  se habían reunido a las huestes del caudillo altoperuano Manuel Lanza con quien desarrollaron la guerra de guerrillas contra los realistas hasta su rendición final ; otros se habían integrado a los cuerpos peruanos y argentinos bajo las órdenes de Bolívar y Sucre, hasta Ayacucho, mientras que algunos continuaron guerreando bajo las órdenes del general Santa Cruz  hasta que éste ocupó todo el norte de Bolivia…

Pàrrafo aparte, merece la bandera usada por la” Division Los Andes”, el cuerpo militar conformado por los restos del ejército de los Andes, una vez retirado San Martin del Perù. La Divisiòn, conformada por el Regimiento Rìo de la Plata (fusión de los batallones 7 y 8 de negros libertos) el Regimiento 11 de Infanterìa y Los Granaderos a Caballo.

Fue mandada confeccionar por el general Enrique Martínez con la cual mandó formar parada el 25 de mayo de 1823. [13] Estaba constituída por tres bandas horizontales: azul, blanca y azul, con un escudo nacional sobre la franja blanca, (también colocado en forma horizontal)  . Según el general Gerónimo Espejo la bandera fue rescatada de la sublevación del Callao por  “ un sargento por un misterio providencial” ..

Un trabajo de Walter Phillipeaux [14] asegura que dicha bandera fue entregada al coronel Estomba por una negra,  viuda de un sargento trompa , diciéndole: “ Mi amo, le tengo guardada la bandera del regimiento, mi viejo la escondió el día de la revolución”

Esta fue la bandera que acompañó a los restos del glorioso Ejército de los Andes en su regreso a Buenos Aires, en 1826 y fué entregada por el general Tomás Guido y el Coronel Ramón Estomba, al Ministro de Guerra Carlos M. de Alvear.

Esta bandera se perdió hasta que dos años después fué encontrada en el fondo de una chimenea en el Ministerio de Guerra. Fué guardada por el general Enrique Martínez quien la devolvió al gobierno de Buenos Aires el 28 de febrero de 1859. Actualmente está depositada en el Museo Histórico de Parque Lezama  (Bs. As.)

Cuando los restos del Ejército de los Andes y el Regimiento de Granaderos a Caballo, volvieron a Buenos Aires en 1826 al mando del  coronel  José Félix Bogado[15] , condujeron a dos de los sargentos amotinados en El Callao : Francisco Molina y Matías Muñoz, los que fueron ajusticiados y  » murieron en la horca el 25 de noviembre de 1826, a las 10 de la mañana». Molina, había sido uno de los fusiladores de Falucho…

Bibliografìa

 

Arenales, Jose I.

 

«Segunda Campaña a la Sierra del Perú»  Tall. Gráf. Argentinos, Bs. As. 1920.

Busaniche José L. «San Martín». CEAL. Bs.As.1993
Comando en Jefe del Ejército «Vocación Militar de Simón Bolívar». Suyfer SRL, Bs.As. 1983.
De la Vega, J.C. «Consultor de Historia Argentina». Edic. Delma. Bs.As. 1994
Espejo, Gerónimo «Memorias .El Paso de los Andes» Librería La Facultad. Bs. As. 1916
González Arrili, B. «Historia de la Argentina». De. Nobis, Bs.As. 1964
Levene , Ricardo «El genio Político de San Martín». Edit. Kraft. Bs.As. 1950
Martín, Daniel R. (Cap.) «El regimiento de Granaderos a Caballo» Bs. As. 1962
Mitre Bartolomé «Páginas de historia». Biblioteca «La Nación» Bs.As. 1906
Mitre Bartolomé «Historia de San Martín». Biblioteca «La Nación» Bs. As. 1907
Olazábal, Manuel de «Memorias»  I. Nac. Sanmartiniano, Bs. As. 1942.
Yaben, Jacinto R. «Biografías argentinas y sudamericanas» Edit. Metrópolis, Bs.As.

PUBLICACIONES VARIAS :

 

 Muiño, Oscar Alberto. «Lucharemos hasta morir y después veremos» Revista «Todo es historia» tomo 182
Frigerio, José Oscar  “ Con sangre de negros se edificó la independencia” Revista «Todo es Historia». Tomo 250
Quiroga Micheo, Ernesto » Mitre Tenía razón : la verdad sobre Falucho» Revista «Todo es Historia». Tomo 354

 

 

[1]  Participó  como  capitán,  en  Vilcapugio  y  Ayohuma  (1813) cayendo  prisionero  luego  de  esta  última.  Permaneció  en las  Casas  Matas  del  Callao  desde  1813  hasta  1820,  en que  fue  canjeado  por  San  Martín.  Integrando  el  nº  11 participó en las distintas campañas a la Sierra y Puertos Intermedios  ascendiendo  a  teniente  Coronel  y  luego Coronel. Regresò al país en 1826.Fundador de Bahía Blanca, participò en la guerra civil en el bando unitario. Muriò en un hospicio de Bs. As.-,demente- en 1829.

[2] Participó en la guerra con Brasil, en la guerra civil contra Rosas y contra el indio

 

[3] Sobrevivió a la prisión. Regresò al país en 1826. Murió en la guerra civil argentina en el bando unitario.

[4] Sobrevivió a la prisión. Regreso al país en 1826.. Emigró a Montevideo en la época de Rosas

[5] Regresó a Bs. As. en 1826, participó en la guerra civil en el bando unitario, y emigró a Montevideo.

[6] Enfermo ,regresò al país en 1826. Muriò en Buenos Aires en 1827.

[7] Participò en la guerra contra el Brasil y en la guerra civil argentina, en el bando unitario.

[8] Participó en la guerra con Brasil y civil contra Rosas. Emigró a Bolivia.

[9] Una vez liberado , fuè agregado al regimiento de Granaderos a Caballo. Regresó al país en 1826 y participó en la guerra con el Brasil. Luego en las campañas contra el indio a las órdenes de Rauch y  en la campaña al desierto con Rosas (1833). Participó en las guerras civiles en el bando federal . Luchó en la guerra de Secesión de Buenos Aires, en el bando porteño y murió en Buenos Aires, en 1873.

[10] Regresò al país en 1826,M urió en la guerra civil , en el bando unitario.

[11] Participó en la guerra civil contra Rosas. Emigró a Bolivia

[12] Participó en la guerra con Brasil y civil argentina. Emigró a Montevideo. Combatió en Caseros, al  lado de Rosas.

[13] En la proclama para celebrar el día patrio, el general Martínez expresó a la División Los Andes: “ Nada importa que hayáis quedado pocos de los que vieron los días de las victorias. Desde el oriente del Río de la Plata hasta las alturas del monte Pichincha, existen reliquias de vuestros valientes camaradas. Pero la sangre de esos héroes ha sido derramada sobre la tumba de los enemigos del género humano, y cuatro grandes repúblicas del nuevo mundo nos deben gratitud y memoria..  cuando volváis a vuestra patria, llevad el orgullo de haber merecido el nombre de heroicos defensores de la América”

[14] Clarín Revista, 12-12-1965

[15] Para tener una magnitud de la tarea de este glorioso ejército, y su tragedia, aclaremos que de las mas de 4500 hombres que iniciaron  la gesta en Mendoza en 1817, solamente volvieron algo mas de 120 en 1826

 

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Acerca de Julio Ruiz 58 Articles
Profesor de Historia. Colegio Cervantes y Jesús Sacramentado de Bolívar, Argentina. Ex Intendente de la Ciudad de Bolívar en la Provincia de Buenos Aires, Argentina en el período 1987-1991. Abogado. Integrante de la Asociasón San Martiniana en su caracter de presidente. Columnista en el Diario La Mañana. Obras Históricas entre otras: Blandengues, “La Odisea”, “Historias que hicieron cuentos”, “Paginas de una historia olvidada”. “Hubo un tiempo que fue Hermoso”una creación colectiva de ex alumnos, Bachilleres de la promoción 1972 del Colegio Nacional de Bolivar (Bs As). Los Negritos de San Martín. “La historia, un cuento y un libro”

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