¿Por qué las drogas?

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Parte 1/2

El ámbito educativo posee el privilegio del intenso contacto cotidiano con chicos envueltos en diferentes problemáticas, entre las que ubicamos el consumo de sustancias.

Resulta fundamental ser permeables, por un lado para darnos cuenta de lo que les está pasando, lo que están sintiendo; por el otro, para la conformación de espacios constructivos para poder prevenir, incluso intervenir, y así potenciar los recursos de la comunidad.

La toma de conciencia, mediante la información, la capacitación, sumados a recursos como la empatía y el genuino interés por los demás, constituyen herramientas indispensables para enfrentar las situaciones difíciles que afectan la vida de los chicos.

¿Qué situaciones afectan la vida de los adolescentes? Pensamos que se encuentran afectados, que se sienten mal, cuando no pueden con sus cosas y cuando no se sienten bien con sus vínculos. Por ejemplo: cuando no pueden concentrarse para estudiar, o cuando no sienten interés por el estudio, o cuando no les va bien con un deporte. También cuando no pueden sentirse bien con su familia, con sus amigos y cuando sienten que no son interesantes o importantes para los demás.

Entonces, generalmente, cuando sufren porque no se sienten bien con sus cosas o con los demás, quieren hacer algo que rápidamente les evite el malestar, algo que los haga sentir bien para poder restarle importancia, vale decir, olvidarse de lo que los tiene mal. Esta evasión del malestar conduce a distintos desenlaces. A veces, los chicos, piensan que hay que aturdirse o anestesiarse para no sufrir. Entre las técnicas que se utilizan para huir del sufrimiento y buscar el placer se encuentran el consumo de sustancias, las toxicomanías y las adicciones.

La adicción es un tipo de dependencia que se caracteriza por el hábito, más o menos compulsivo, de adherirse a algo o a alguien que se usa como droga, para cambiar o calmar rápidamente un sentimiento o un estado de ánimo insoportable. En las adicciones se busca recrear el vínculo con alguien que pueda calmar la necesidad y evitar el dolor de la frustración.

Pensar en el consumo de sustancias y en las adicciones nos preocupa. ¿O nos preocupaba más antes? La duda surge porque hoy en día vemos una tolerancia social al consumo nunca vista. Algunos toman el consumo como algo natural, casi como normal, como si fuera una etapa más del desarrollo evolutivo de los seres humanos, donde se aprende a caminar al año, dejan los pañales después de los dos años, aprenden a escribir a los cinco años y muchas veces antes de los doce empiezan a consumir alcohol y otras sustancias.

Esta tendencia a naturalizar el consumo, por lo menos de algunas sustancias, podría estar relacionada con la confusión que surge con los recientes descubrimientos de algunas bondades medicinales que indican, por ejemplo que la marihuana (cannabis), puede aliviar los síntomas de algunas afecciones como el mal de Parkinson, la epilepsia infantil refractaria, o los efectos adversos de la quimioterapia.

Ante el alarmante aumento del consumo de drogas legales, como el alcohol y los psicofármacos, e ilegales, como la marihuana y las drogas de diseño, consumo que, desgraciadamente, ya se ha instalado como hábito entre los adolescentes, nos surge una pregunta inquietante, ¿por qué las drogas?.

Para responder esta pregunta volvamos a la definición de “adicción” donde dijimos que lo que se busca es recrear un vínculo con alguien que pueda calmar la necesidad y calmar el dolor de la frustración. Es interesante que el término “recrear” significa “imitar o reproducir un modelo”. Entonces nos preguntamos, con el consumo de sustancias, ¿cuál es el modelo de vínculo que se quiere recrear? Pensamos que el modelo de vínculo que se quiere recrear lo consituye la Asistencia Ajena, un tipo de vínculo que asiste en todo momento las necesidades del infante, que frente a su desvalimiento, necesita de otro para poder sobrevivir.

De esta manera, pensamos que en el consumo de sustancias se busca la asistencia de alguien, para poder calmarse, para poder aliviar la sensación de no estar preparados para todo lo que sienten que necesitan afrontar y resolver. Por medio del alcohol o de las drogas buscarían obtener una seguridad que añoran. Porque antes, frente a las dificultades calmaban los padres y los adultos del entorno. Ahora, se encuentran desamparados frente a una realidad que exige que crezcan, que maduren y que vayan pudiendo más.

Cuando los adolescentes entran en rebeldía surge lo que solemos llamar una “dependencia conflictiva”, una situación muy común que se da cuando empiezan a manejarse con mayor independencia pero se les genera un “corto circuito” cuando se dan cuenta que siguen necesitando a sus padres para su subsistencia. Es común que reclamen más libertad, más autonomía para hacer las cosas como ellos quieren.

Además, en esta etapa, los chicos necesitan estar más con sus pares en grupos de pertenencia, en donde muchas veces lo que hace uno lo hacen todos, sólo por no sentirse afuera del grupo. El contacto con sus pares resulta fundamental para el cumplimiento de sus metas, pero no siempre las cosas resultan tan fáciles como las habían pensado.

Los deseos, que toman la forma de metas y de proyectos que necesitan alcanzar, implican un proceso para el que se necesita hacer un esfuerzo, y frente al aumento de complejidad en sus objetivos, los padres, ya no pueden ayudarlos como antes. Cuando eran más chicos, si se les caía el helado los padres les podían comprar otro, si perdían la cartuchera se la podían reponer, pero ahora, por ejemplo, no se les puede conseguir un novio, o los padres no pueden presentarse por ellos a un examen, ni tomar su lugar en un evento deportivo. Es decir, los padres ya no pueden cumplir sus deseos como cuando eran niños. Esto los hace sentir desolados, entendiendo esta desolación como la pérdida del solar, que constituía la protección de los padres. De esta manera, los miedos, las dificultades y las frustraciones de los adolescentes van creciendo.

Pensamos que un intento de atravesar estas dificultades, de manera ilusoria, de manera mágica, lo constituyen las drogas y el alcohol. De esta manera, por un lado buscarían anestesiarse frente a estímulos que no pueden tramitar y que muchas veces los inundan. Y por otro lado, intentarían recrear aquel estado donde sus necesidades estaban resueltas, como cuando eran niños y los padres les resolvían todo.

Lic. Marcela Giordano
Lic. Carmen Lorusso
Facebook: @porquelasdrogas
*Texto basado en investigaciones psicoanalíticas investigaciones presentadas en la Fundación Luis Chiozza . Próxima nota 3 de noviembre.

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