El martir de Caseros

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En enero del 1839, un delegado francés intentó lograr el apoyo de los caudillos Felipe Ibarra y Domingo Cullen para ayudar a los emigrados en Montevideo mientras, en febrero de ese mismo año, el presidente uruguayo Fructuoso Rivera, declaró la guerra a Rosas, de acuerdo a un tratado firmado con los emigrados argentinos en Montevideo y la provincia de Corrientes, aunque estaba en tratativas secretas con Rosas para desarmar a los unitarios exiliados.
El gobernador de Corrientes, Genaro Berón de Astrada, fué muerto y degollado en la batalla de Pago Largo – por falta de ayuda de Rivera lo que indispuso a Lavalle y Chilavert con este jefe uruguayo – mientras en Buenos Aires de común acuerdo con los emigrados en Montevideo, se tramaba una conspiración contra Rosas, encabezada por el Presidente de la Cámara de Representantes Manuel Vicente Maza.
La noche del 24 de junio, Maza fué asesinado en su despacho por hombres de la Mazorca (cuerpo policial – militar que respondía a Rosas) y comenzó una serie de asesinatos, prisiones y destierros que decidieron a Lavalle y sus amigos, a profundizar la guerra contra Rosas. En agosto de ese año 39, el agente francés Juan Pablo Duboé fué fusilado en Buenos Aires, por lo que las hostilidades de Francia contra Rosas, también se profundizaron.
Lavalle formó, con el apoyo francés, la «expedición libertadora» contra Rosas de la cual, cual participó el coronel Martiniano Chilavert.. Las fuerzas unitarias se concentraron en la Isla de Martín García y desde allí, embarcadas en naves francesas, llegaron a Entre Ríos.
A principios de septiembre de ese año, la expedición de Lavalle derrotó a los federales en el combate de Yeruá, mientras que Corrientes se sublevaba nuevamente designando gobernador a Pedro Ferré. Luego, Ferré designó jefe de los ejércitos correntinos a Lavalle, quien continuaba siendo apoyado con armas y naves de transporte por los franceses.
Para Chilavert, el hecho de que la campaña contra Rosas contara con el apoyo de las fuerzas francesas ( aunque no era de su agrado y lo había manifestado públicamente) no le quitaba sentido a que ésta siguiera teniendo el sentido de una aventura patriótica.
En esas circunstancias le escribía a su amigo Don Francisco Pico ( unitario exiliado en Montevideo) «Isla de la Libertad, 1º de setiembre de 1839…Nos estamos embarcando. El placer inunda mi corazón, y aunque estaba enfermo, cuando cambió el viento sané. De aquí y en breves días, sabrán ustedes de nosotros y de la patria, que es el objeto que ocupa los sentimientos de todos los individuos de la Legión. El más vivo entusiasmo nos anima…un viento patrio nos impele a la tierra querida, a la que le daremos libertad aunque todo el poder del infierno se nos oponga. Le prometo a Ud. que de aquí a muy pocos días, las zozobras del tirano han de ser tan grandes, como sus crímenes… A mis amigos : hace tres años que no hago otra cosa que servir a nuestra causa, he olvidado los más caros sentimientos para servirla. Dejo una familia en la indigencia, sin más amparo que la generosidad de ellos…»
Formando parte del mismo plan, en noviembre del 39 estalló una revolución encabezada por Pedro Castelli, Francisco Villarian, Ambrosio Crámer y Manuel Rico. Bajo el nombre de «Los Libres del Sur» las tropas unitarias y de federales antirrosistas, se enfrentaron en Chascomús con las fuerzas federales de Prudencio Rosas y fueron derrotadas. Crámer murió en la batalla mientras Castelli fué aprisionado , ejecutado y decapitado. Rico logró huir embarcado en naves francesas a Montevideo y posteriormente se sumó a la Legión de Lavalle.
Durante 1840, Chilavert siguió a Lavalle en sus andanzas por las provincias de Entre Ríos y Corrientes, venciendo a la caballería entrerriana en Don Cristóbal, y en julio fué derrotado en Sauce Grande. Luego, la Legión se embarcó en la flota francesa y desembarcó en la Provincia de Buenos Aires, sobre el arroyo Cabrera, una parte y otra en San Pedro.
El avance de Lavalle hacia Buenos Aires fué hostigado permanentemente por los ataques de otro héroe de la independencia ( compañero de Lavalle en la campaña a Chile) el General Angel Pacheco, por lo que retrocedió hasta Santa Fé.
Sin embargo, la situación comenzaría a cambiar, ya que en octubre del 40, Rosas firmó un acuerdo de paz con el comandante de la flota francesa, por lo que concluyó la ayuda de éstos a la Legión de Lavalle y en noviembre de ese año, las tropas federales encabezadas por el uruguayo Manuel Oribe y el general Angel Pacheco, derrotaron a Lavalle en Quebracho Herrado.
Chilavert – que se había enfrentado varias veces con sus jefes inmediatos, Lavalle y el uruguayo Rivera por discrepancias en el modo de ejercer el mando – había vuelto a instalarse en Montevideo, donde fué designado jefe de la artillería de la defensa de la ciudad, mientras que Lavalle decidió continuar la guerra en el territorio argentino.
En agosto de 1843, el unitario exiliado en Montevideo, Florencio Varela, inició un viaje a Europa tratando de conseguir el apoyo de Inglaterra y Francia para sostener al gobierno uruguayo de Rivera, a la vez que reiniciar la guerra contra Rosas y , según sus propios dichos y las memorias del Gral. Paz, planteaba debilitar al gobierno de Rosas creando un estado independiente con las provincias litorales.
Al tomar conocimiento de las tratativas del gobierno uruguayo y algunos emigrados argentinos en Montevideo respecto de la intervención anglo – francesa en el conflicto y la posible división de la integridad territorial, disgustado con los manejos que Rivera hacía en el gobierno de Montevideo , Chilavert expuso vivamente su oposición tratando de traidores a Florencio Varela y a Rivera por lo que fué puesto prisionero en la cárcel de Montevideo. De allí logró huir y se retiró al estado de Río Grande Do Sul, en Brasil.
El exilio al que se sometió voluntariamente, lo sumió en una inactividad a la que el héroe de los Andes no estaba acostumbrado, pero que le permitió ver la realidad política del país fuera del calor de la lucha : desde su posición alejada, veía con mayor claridad los sucesos de la intervención anglo – francesa y desde una óptica distinta a la que tenían los unitarios y uruguayos sitiados en Montevideo por las fuerzas federales.
Estos veían en la intervención extranjera, una tabla de salvación para no caer en manos de sus encarnizados enemigos. Chilavert, comenzó a ver que fuera por el motivo que fuera, pedir ayuda a franceses e ingleses para derrocar a Rosas, era dar participación a los extranjeros en las cuestiones internas del país, algo que seguramente no iba de acuerdo con su concepción de la Independencia.
En julio de 1845 Inglaterra y Francia tomaron intervención en el conflicto interno de unitarios y federales, más con intenciones económicas que partidarias ( fortalecer su comercio a través de los ríos Uruguay y Paraná tomando como cabecera de ese comercio al puerto de Montevideo) y en agosto, la flota anglo – francesa se apoderó de la escuadra argentina comandada por el almirante Guillermo Brown.
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Acerca de Julio Ruiz 63 Articles
Profesor de Historia. Colegio Cervantes y Jesús Sacramentado de Bolívar, Argentina. Ex Intendente de la Ciudad de Bolívar en la Provincia de Buenos Aires, Argentina en el período 1987-1991. Abogado. Integrante de la Asociasón San Martiniana en su caracter de presidente. Columnista en el Diario La Mañana. Obras Históricas entre otras: Blandengues, “La Odisea”, “Historias que hicieron cuentos”, “Paginas de una historia olvidada”. “Hubo un tiempo que fue Hermoso”una creación colectiva de ex alumnos, Bachilleres de la promoción 1972 del Colegio Nacional de Bolivar (Bs As). Los Negritos de San Martín. “La historia, un cuento y un libro”

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