Valoración de la pedagogía y la carrera docente. Chile

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“El significado etimológico de la palabra pedagogía está relacionado con el arte o ciencia de enseñar”.
Actualmente, ¿Se asemeja en algo a lo que se piensa de los pedagogos? ¿se considera un arte o ciencia el enseñar? ¿la educación es considerada realmente una profesión o más bien es vista como un oficio o una vocación? ¿Por qué existen personas ejerciendo docencia sin haber pasado por cursos de pedagogía, es entonces que no se considera necesario? ¿basta con saber el qué, y no siempre el cómo? No es la pretensión de este artículo de opinión dar respuesta a estas interrogantes, sino más bien ponerlas de manifiesto para generar su discusión.

La docencia se ha conocido como una categoría social que al parecer no siempre atrae a los mejores candidatos, y la verdad es que no parece tan atractiva como otras carreras tales como medicina, derecho e ingeniería. Además, las exigencias para el ingreso no son tan altas como debiesen serlo; eso sin duda corresponde a una crítica muy certera. Se aprecia también que existe un serio problema de retención, que hace que en muchos países la deserción de los docentes sea una conducta frecuente afectando no necesariamente a los de peor desempeño, sino que precisamente a los mejores, que son quienes tienen más oportunidades de optar a puestos mejor pagados y valorados, en otras áreas, que
los alejan del trabajo directo con los estudiantes en aula. Incluso, parecería que, en algunos casos, quienes ingresan a la docencia lo hacen por motivos que van desde no tener otra opción para acceder a estudios de nivel superior, a desempeñar un cargo transitoriamente con la intención de cambiar de ocupación en cuanto esto le sea posible (Vaillant, 2007). Todo esto, sin duda afecta la visión que se tiene acerca de la docencia.

¿Pero por qué pasa esto? Ramírez, ya en el año 2006 señalaba (citado en De La Parte, Rao, De Sousa, Quiroga, 2016) “la profesión docente no ha sido precisamente de las más valoradas, y mucho menos de las más reconocidas por las élites políticas y las propias autoridades educativas en los países latinoamericanos”. Y así tampoco lo ha sido últimamente por la sociedad en general. “Se dice que una profesión goza de cierta valoración social cuando sus representantes ofrecen un servicio que la sociedad aprecia y considera importante…la opinión pública estima que este reconocimiento debería recompensarse con un nivel salarial acorde al trabajo que se desempeña” (Vaillant, 2007, p.12).

Es entonces que se llega a un punto importante y relevante de analizar, ¿cuáles son las condiciones bajo las cuales laboran los docentes? Por ejemplo, de acuerdo con datos publicados en el Diario El Día de Chile, y basándose en la información extraída del portal Mifuturo.cl, las carreras de educación superior peor pagadas en Chile son Técnico en Asistente del Educador Diferencial y Asistente de Educador de Párvulos. Y dentro de las carreras universitarias, se añaden la Psicopedagogía, las pedagogías en Arte, Música, Educación Básica, Historia, Idiomas y Educación Física. De aquí entonces cabe cuestionarse, ¿por qué si la educación, en el discurso cotidiano, parece tener un lugar esencial, es entonces tan mal remunerado?; a esto, se suman algunas situaciones que suelen asociarse al desempeño de los docentes, como lo son fatiga por el exceso de trabajo, falta de formación continua incoherente a las exigencias, la
sobrecarga de tareas que inclusive se realizan fuera del horario laboral, falta de participación en la toma de decisiones relevantes en torno a políticas públicas y la ya mencionada baja valoración social. Es más, en ciertos niveles educativos, esto es aún más notorio, como es el caso de la Educación Infantil, en dónde las educadoras o maestras son asociadas en ocasiones sólo al cuidado de los niños y niñas, trabajando bajo condiciones laborales que realmente dejan mucho que desear.

Ahora, si bien todo esto corresponde al panorama vivido en los últimos años, algo ocurrió en Pandemia. La no asistencia presencial de los estudiantes a las escuelas produjo un verdadero problema al sistema social por completo, las familias tuvieron que adoptar roles educativos que no siempre tuvieron en consideración, las dinámicas del hogar cambiaron drásticamente, y las clases en línea pasaron a cubrir la necesidad educativa pero no la asistencial; con esto último se hace alusión esencialmente a la entrega de alimentación, y al cuidado de los estudiantes mientras los padres laboran. Otro tema, y discutible también es la educación en línea, que quizá no siempre corresponde al modo idóneo y en muchos casos devela una gran brecha entre estudiantes y clases sociales. Sin embargo, aquí el punto es otro, y es que se dejó entre ver la real valoración que debe ser adjudicada al docente y a la educación escolar. El
docente que no sólo enseña contenido, sino que cumple un rol mucho más importante en la vida de sus estudiantes, no siendo fácilmente reemplazable como muchos lo pensarían antes de que todo esto pasara; y las escuelas, que no son un lugar para ir a “guardar” a los niños y niñas, sino que es un lugar de encuentro y desarrollo social y emocional que claramente es indispensable y del que todos sostienen últimamente, la urgencia de volver a ellas.

Si bien esta pandemia exige cambios en la forma de desempeño de los docentes, esos cambios también debieran incidir en la valoración de las pedagogías, del rol del docente y su irremplazable quehacer educativo.

“La educación a distancia puede ser una oportunidad para analizar lo que hacíamos y renovar el sentido de lo que haremos a partir de ahora” (Mazza, 2020, p.9); claro, pero no sólo como responsabilidad de los docentes y las escuelas, sino para todos como sociedades partícipes en el desarrollo y formación de seres humanos.

REFERENCIAS:

  • De La Parte, M; Rao, R; De Sousa, M; Quiroga, P (2016). Las Políticas Públicas Educativas en América Latina y su relación con la valorización de la profesión docente: una mirada ética desde Venezuela ? Mazza, D (2020). Lo que la pandemia nos deja: una oportunidad para pensarnos como docentes.
  • Serie “Enseñanza sin presencialidad: reflexiones y orientaciones pedagógicas”.
  • Vaillant, D (2007). La identidad docente. La importancia del profesorado. Ponencia presentada en I Congreso Internacional “Nuevas Tendencias en la Formación Permanente del Profesorado”
  • Diario el Día http://www.diarioeldia.cl/pais/estas-son-carreras-educacion-superior-peor-pagadas-en-chile#http://etimologias.dechile.net/
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Acerca de Carla Vargas 8 Articles
Carla Vargas, Educadora de párvulos de la Pontificia Universidad Católica de Chile (PUC), docente universitaria con más 12 años de experiencia en aula en Chile y en el extranjero. Magíster en Educación con mención en idioma inglés por la Universidad Central. Recibida de Magíster en Dirección y liderazgo educativo PUC. Certificada en Disciplina positiva y Masaje infantil. Fundadora de la agrupación Educadoras en Red y Directora del área social de la Fundación Educamos en el Sentir, Chile.

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