
1. ¿Nuestro sistema educativo puede compensar las fallas de nuestro sistema económico debido a la crisis económica que atravesamos hoy?
La política educativa no puede reducirse a “lo escolar” y el Estado tiene que llegar con ofertas educativas y formativas allí donde la escuela, en su formato tradicional, no llega. Con nuestra mirada volcada hacia los sectores productivos, la formación para el trabajo y la producción deben ser prioritarios. Le diría que la educación sola no puede, pero sin educación es imposible.
Los países que vienen obteniendo buenos resultados educativos son países en los que funciona razonablemente bien el gobierno, los hospitales, la policía, el correo… todo o casi todo. Son también los que exhiben los menores índices de corrupción. Y viceversa, aquellos con perores resultados de aprendizaje están también entre los más corruptos.
Ahora, hay problemas, dificultades, desafíos, propios de la educación y de la vida escolar y la situación general no puede servir de excusa para no encararlos en su especificidad.
2. ¿La profesión docente ha perdido prestigio social? o ¿La Educación ha perdido prestigio social?
No sé si asociaría la situación a la noción de prestigio. Prácticamente desde su creación, en la sociedad moderna, la escuela tuvo el monopolio de la transmisión del conocimiento. Hoy lo disputan otras agencias y la tecnología digital está generando una profunda revolución en la vida cotidiana y en las aulas. Con el celular que cabe en tu mano tenemos acceso a casi todo el saber acumulado por la humanidad. La Inteligencia Artificial eleva exponencialmente esa posibilidad.
Retomando la pregunta, en una sociedad fragmentada como la nuestra la respuesta no podría ser igual para todos los sectores. En los sectores más populares la escuela sigue siendo un valor muy cotizado. Hay muchas familias de escasos recursos que hacen un gran esfuerzo para enviar a sus hijos a la escuela, pagando incluso una privada parroquial si lo cree conveniente. En esos mismos sectores hay grupos, y adolescentes que ya no encuentran en la escuela respuesta a sus necesidades y aspiraciones. Para las clases más acomodadas la escuela es un tránsito a los estudios superiores y el acceso fácil a la mejor tecnología les permite realizar cursos y carreras que se dictan en lugares remotos. La escuela como la conocemos no reviste la misma importancia para distintos sectores sociales.
3. Sergio: La negación de los problemas no sólo no resuelve nada, sino que muchas veces los incrementa le pregunto ¿Qué temas están faltando en la agenda educativa diaria?
La agenda no deja de ser una cuestión teórica. En ese punto estamos muy bien. Somos un país con intelectuales conectados con el mundo y los organismos internacionales alimentan constantemente el debate. En materia de legislación también podemos decir que tenemos buenas leyes. Respondiendo concretamente a su pregunta, y en principio, diría que está faltando concretar, hacer con decisión y coraje político. Pasar del discurso a la acción, con las leyes -y la Constitución- como guías para transformar la realidad. Otra carencia importante se relaciona con aquellos adolescentes y jóvenes que ya no asisten a la escuela. Hay que promover un programa de capacitación laboral, de formación de oficios y técnicos. A pesar de que aparece en el discurso la formación para el trabajo no tiene el lugar que necesita y se merece. La política educativa no puede reducirse a “lo escolar” y el Estado tiene que llegar con ofertas educativas y formativas allí donde la escuela, en su formato tradicional, no llega. Con nuestra mirada volcada hacia los sectores productivos, la formación para el trabajo y la producción deben ser prioritarios.
Gracias Sergio. Perfil de Sergio Abrevaya. Presidente del @PartidoGen. Abogado, mediador y docente. Diputado CABA (MC)
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