La reciente propuesta libertaria de los vouchers aleja el foco del aprendizaje de los chicos en un sistema educativo que hoy arroja malos resultados. La implementación de esta medida no es legalmente viable en caso de que los gobernadores no acepten su implementación y además conlleva el riesgo de profundizar las desigualdades formativas de los estudiantes.
Por dónde empezar: fortalecer el nivel secundario
El candidato libertario promete de forma disruptiva algo que no podrá aplicar efectivamente sin una reforma constitucional y el acuerdo de los gobiernos provinciales. Esta situación hace que sea aún más difícil mostrar las graves dificultades que actualmente enfrentan las escuelas o debatir sobre cómo construir un mejor sistema educativo, más eficaz y menos injusto.
El sistema educativo argentino, inspirado en las ideas de Sarmiento, sienta sus bases en un verdadero espíritu liberal: igualar el punto de partida de cada estudiante a lo largo del territorio nacional. El sistema de vouchers aplicado en este momento histórico, solo perjudicaría a los chicos con menores posibilidades de acceso a una educación de calidad, pues sus escuelas no podrían subsistir.
Si igualar el punto de partida de nuestros estudiantes es un objetivo, debemos relanzar el programa de educación FARO aplicado bajo la presidencia de Mauricio Macri y discontinuado por el presidente Fernández. El mismo contemplaba el seguimiento continuo y apoyo pedagógico para las 3.000 escuelas de gestión estatal que fueron seleccionadas según los resultados de Aprender 2016, con criterios de vulnerabilidad educativa y social. Debemos retomar ese camino.
De cada 100 chicos que ingresaron a la escuela primaria en 2011, solo 13 egresaron a tiempo y con los saberes necesarios en 2022. Hay que lograr que cada vez más jóvenes egresen del nivel en tiempo y forma para continuar sus estudios o tener la posibilidad de obtener un trabajo que requiera título secundario. Ante el abandono escolar, la problemática de los jóvenes que se hallan excluidos del sistema educativo requiere de programas para su revinculación. Si no recuperamos el valor real de la educación, tendremos cada vez más chicos que no trabajan ni estudian.
El deterioro del rendimiento académico de los estudiantes de las escuelas estatales y privadas se observa en todo el país. Los datos nacionales de las últimas Pruebas Aprender expusieron que el 84?% de los estudiantes finaliza con un desempeño básico o debajo del básico en Matemáticas, y el 40?% en Lengua. La gestión actual minimizó el problema, pero hay que realizar cambios para no seguir retrocediendo en estas dos áreas fundamentales. En todas las provincias, los alumnos de mayor nivel socioeconómico consiguen resultados muy superiores a los de sus pares de hogares más vulnerables.
A los que pregonan la justicia social no les gusta hablar de excelencia académica ni mucho menos hacerse responsables por los resultados de los dispositivos de evaluación, pero la inclusión no debe ser sinónimo de un bajísimo nivel de exigencias. El orden y el mérito tampoco deben ser excluidos. Fácilmente, podríamos reducir la educación a un discurso mercantilista, pero es mucho más importante explicar qué podemos hacer para que todos los chicos puedan comprender lo que leen al terminar el nivel primario o qué cambios son indispensables para lograr que los alumnos que egresan del secundario tengan mejores oportunidades.
El déficit educativo es sumamente grave, por lo que no debemos alejar el foco de lo que es urgente. En educación, pongamos las prioridades en orden, basándonos en evidencias, diálogo democrático y experiencia en gestión educativa.
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