Los olvidados de la educación en línea. Luis Josué Lugo México

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En México hay brechas en el uso de la tecnología que alcanzan un porcentaje cercano al 40 por ciento.

Cuando hablamos de educación en línea, habitualmente nos referimos a la utilización de programas como Zoom, Classroom, y en la imaginación coexisten estudiantes que hacen sus ejercicios y aprenden con la tecnología. ¿Pero qué pasa cuando dichos estudiantes son menores de edad y no tienen ni el espacio, ni los recursos, ni la conexión para afrontar sus tareas educativas?

Porque si en México hay brechas en el uso de la tecnología que alcanzan un porcentaje cercano al 40 por ciento, según órganos como el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), también se debe considerar que no basta disponer de una conexión a Internet para apropiarse de conocimientos. Además, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), solo el 44.6 por ciento de los estudiantes de educación primaria tienen acceso a computadoras.

En consecuencia, el programa Aprende en Casa propulsado por la Secretaría de Educación Pública (SEP) para transmitir contenidos educativos a través de Internet, televisión y radio, no posee un pronóstico alentador respecto al aprendizaje de los alumnos. Esto se debe a que, entre otras cosas, el mito de “los nativos digitales” –niños y adolescentes que nacen facultados para “ser tecnológicos”– representa solo eso: un mito.

Es preciso destacar que estos niños y adolescentes necesitan aprender habilidades y conocimientos para hacer un uso educativo de las tecnologías. Una de las especialistas más destacadas en esta materia, la doctora Marilú Garay, reveló que para el webinar de Segundo Orden hay lugares donde la conectividad falla. También explicó que el Covid-19 tomó por sorpresa a la educación y que las clases vía Internet son resueltas “como pueden los profesores”.

Por ejemplo Jesús, profesor de secundaria, nos cuenta que se les pidió hacer un trabajo especial, con evidencias incluidas sobre la labor de los jóvenes de secundaria (lo cual lo presiona más). Un proceso agotador. Para ello, junto con sus colegas ocupó plataformas como Whats App, para estar en contacto con alumnos y familiares.

Señala que había profesores que ya usaban tecnologías, pero no para la educación, mientras que otros nunca habían tenido contacto con éstas. En cuanto a los alumnos, muchos no tienen conexión a Internet porque sus familias son de escasos recursos. Jesús descubrió que solo el 30 por ciento de sus alumnos podrán cumplir dentro de un escenario alentador. Esta presunción concuerda con la de Marisol, persona muy cercana a la administración de una secundaria técnica, en la que solamente la mitad de los alumnos posee computadoras.

En consonancia con esto, Abigail T nos informa que en la escuela de su sobrina (a quien ayuda con sus tareas) se toman clases vía Classroom; pero pocos niños y niñas se conectan, ya sea por falta de celular, Internet o desconocimiento de la aplicación. Y aunque les dieron guías por Whats App, resulta complicado entenderles. Para ella, las asesorías han sido insuficientes.

Un caso similar enfrenta Liliana R. quien nos cuenta que, a pesar de trabajar con Classroom, se les pide llenar libros y libros sin instrucciones claras y sin aprendizajes significativos. Los infantes llenan cuestionarios y, en ocasiones, se ha optado incluso por no entregar todo.

A estos inconvenientes se suman los que enfrentan las madres y padres de familia que trabajan dentro o fuera de sus domicilios y tienen que ayudar a sus hijos a hacer la tarea. Por ejemplo, Ghali C. nos aseguró lo siguiente: “Para mí fue desgastante conjugar las actividades del niño (considerando que para él muchas de estas plataformas eran completamente nuevas) con un empleo que me exige estar bien activa desde las 6:00 am”.

Para entender el problema de fondo y no convertir en “chivos expiatorios” a los profesores, conviene reconocer que no se les capacitó para esta contingencia; que en varios estados no disponen de luz, ni de Internet suficientes para esta “migración educativa” y que la actual emergencia que hoy los agobia puso al descubierto la necesidad de políticas públicas que atiendan habilidades, brechas, infraestructura, apropiación y, por supuesto una alfabetización digital (aprender a leer y utilizar los medios de comunicación para un empoderamiento social) en varios sectores poblacionales.

Ya desde hace tiempo, especialistas como Guillermo Orozco y Delia Crovi habían propuesto tales alfabetizaciones, pero se desestimaron. Sin embargo, en la coyuntura actual, la importancia de este aprendizaje resulta más que evidente ante la necesidad de que haya infantes, jóvenes y adultos que consuman estos medios y sepan utilizarlos con fines educativos y sociales.

Porque así como alguna vez José Vasconcelos alfabetizó a varias comunidades en México, hoy es necesario que se emprendan programas en los que universidades, sociedad civil y gobierno trabajen en conjunto para propiciar la participación de todos en las tareas del conocimiento.

Como reza la máxima de los precursores del periodismo independiente global indymedia: “no odies los medios, siémbralos libres”.

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Somos un grupo de docentes que estamos organizando una red pedagógica que sirva para aprender, difundir y compartir nuestro quehacer dentro de una región del centro de la República Mexicana conocida como Valle de México, que abarca el Estado de México, la Ciudad de México, algunos municipios de Hidalgo, Puebla, Tlaxcala y Querétaro.

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