El hilo conductor de nuestro tema es considerar la necesidad de un nuevo planteo de la secular contraposición entre enfoques humanistas y enfoques cientificistas en la educación actual. Antes de pasar a algunas propuestas más concretas, les invito a tener presentes los siguientes factores: a) El desarrollo científico y sus derivaciones tecnológicas son tan vastos que obligan a superar la anterior oposición y aun la solución alternativa de la mera dosi-
ficación combinatoria de las anteriores orientaciones. b) El impacto de las nuevas tecnologías ha revolucionado el campo social desequilibrando o volviendo más problemáticas las relaciones entre escuela y familia con el consiguiente rebote en la imagen tradicional del educador. c) La mentalidad del consumo masivo requerido por las necesidades del mercado han tocado la mentalidad de la niñez, la adolescencia y la juventud, establecin do nuevas barreras entre generaciones, y produciendo lo que en modo equívoco algunos han llamado la cultura juvenil “emergente”. d) Nuevos instrumentos tecnológicos presentan oportunidades nuevas que es preciso aprovechar en modo más satisfactorio: me refiero sobre todo al uso de la in-
formática en los aprendizajes. No hay que olvidar sin embargo que la informática tiene también posibilidades de uso que sin una guía adecuada pueden entrar en choque con los proyectos educativos. e) El desarrollo y la multiplicación de las áreas del conocimiento exigen cada vez más la necesidad de la especialización. La sociedad del conocimiento exige por lo tanto una adecuación de los proyectos educativos que en los diversos niveles equilibre una formación básica integral con las preferencias de las futuras especializaciones por las que las nuevas generaciones podrán optar. f) En el mundo actual la sociedad y la vida política requieren una más fuerte decisión para el apoyo de la educación en todos sus niveles respecto de las áreas científicas y técnicas. Los países que han descuidado este vasto campo se han retrasado notablemente respecto de otros que los han desarrollado más tempestivamente.
Eso tiene una relación muy estrecha con el empobrecimiento de vastas zonas que sólo ahora comienzan a emerger, las cuales padecen a su vez de una marcada diferencia entre ricos y pobres. Puede tenerse como ejemplo cercano toda el área de América Latina, con las diferencias entre los diversos países que todos conocemos. Estos son sólo algunos de los temas que hay que tener en cuenta para encaminarse a una nueva manera no ya dilemática sino complementaria de encarar la relación entre formación tecnológica y formación humanista.
Sugerencias y orientaciones Después de haber descrito brevemente las características de los cambios habidos en nuestra cultura y en el ámbito internacional actual, me propongo adelantar algunas sugerencias con el fin de estimular la reflexión. En primer lugar, teniendo en cuenta la insostenibilidad de recurrir a la alternativa dilemática entre educación humanista y educación tecnológica, hay que tener presente que todas las concepciones que sostienen una idea de la educación como proyecto de vida y de formación de la personalidad deben incorporar hoy una buena medida de formación técnica, no en el sentido de que todos deben asimilar igualmente los datos y la información de las ciencias exactas y de la mentalidad matemática y experimental, sino en el de la necesidad de no ignorar los fundamentos esenciales del saber moderno, de la finalidad de la técnica y de su impacto en el mundo humano ordinario. Para esto y a fin de no perder de vista cuanto de positivo hay en la concepción del proyecto de personalidad y de vida, debe formarse en los niños, adolescentes y jóvenes un hábito de selección inteligente de los medios tecnológicos incluidos aquellos que se refieren a los medios de comunicación social.
Para que el impacto de los recursos tecnológicos no vaya en desmedro de la identidad personal y del desarrollo armónico de facultades, es preciso fortalecer también el sentido de la vincularidad, educando para el logro de relaciones humanas, familiares y no familiares, de sentido de la compasión y de la solidaridad, la preocupación en temas sociales, estéticos y religiosos. En segundo lugar lo antes expuesto tiene consecuencias para dar pasos más significativos en los diseños curriculares. Las actuales conquistas en los estudios cognitivos en el conocimiento más profundo de la llamada “flexibilidad neuronal” y en el potencial de aprendizaje de cada individuo humano, debilitan el antiguo prejuicio de que una mente sensible para las letras la poesía y las artes tenga que ser necesariamente reacia a los conocimientos de las ciencias exactas y naturales. Hay ejemplo de grandes investigadores que han mostrado una gran capacidad estética y aun dotes literarias (entre los ejemplos más remotos baste recordar a Galileo, Pascal, Goethe y más recientemente hombres como Heisenberg, Einstein y Russell).
Podría objetarse que de todos modos estos hombres eran individuos excepcionales, pero hoy es un hecho la posibilidad de insertar con la medida y la metodología adecuadas, contenidos que equilibren más antiguas antinomias en la educación, y que busquen un humanismo básico unido a un sentido crítico de los fundamentos y del uso de las tecnologías puestas a disposición por la ciencia moderna. También es un hecho la introducción de subsidios tecnológicos avanzados para la renovación de la didáctica aplicada a las diversas disciplinas y carreras, de acuerdo a los grados de aprendizaje. Nadie desconoce el amplio uso de la informática en todos los grados de instrucción, desde la escuela primaria hasta los postgrados universitarios y la investigación subsiguiente, pero es dudoso el modo con que se la maneja. Además del proliferar de numerosos juegos destinados a fines lúdicos más o menos “educativos”, existe todavía un gran desorden en el modo de producir y aprovechar la información de las grandes redes que brinda Internet. Asimismo es evidente que estamos en un momento de transición en el cual coexisten modos convencionales de enseñanza, aun dotados de elevado valor en sus contenidos, y adelantos tecnológicos a menudo privados de la debida seriedad y profundidad. Existe luego el complejo tema de las relaciones entre escuela y familia que en las últimas décadas se ha ido debilitando sensiblemente.
Hay múltiples causas, que no es oportuno describir aquí por completo, pero sé es importante remarcar que dicha fractura no tiene una relación directa con el avance tecnológico en sí mismo, Hay por supuesto condicionamientos indirectos, como son los cambios en las condiciones de trabajo, en la situación general de la mujer en la sociedad y su inserción en el mundo laboral, y en lo que genéricamente puede denominarse con el área del consumo que a menudo se disfraza con el eufemismo de cultura juvenil o cultura emergente, que incluye la moda, los lugares y modos de entretenimiento, que sin ser apocalípticos a veces propagan un difuso hedonismo, Pero no es en principio imposible imaginar un modo educativo de emplear las nuevas tecnologías para fortalecer este puente entre la familia, debilitada hoy en muchos de sus valores tradicionales, y la escuela. Los docentes y directivos están haciendo muchos esfuerzos en este sentido, pero es preciso implementar políticas más abarcadoras que protejan ambos ámbitos y aseguren al mismo tiempo un lugar decoroso y respetado para la profesión de los docentes y mejores medios para correponsabilizar a las familias en la empresa de procurar a los jóvenes y adolescentes vías educativas que les preparen eficazmente para unir una verdadera vocación humanista con los adelantos técnicos y científicos hasta darles la oportunidad de que finalmente elijan el camino de una especialización acorde con sus dotes y talentos.
Todo esto debe ser aplicado en un encuadre que comprometa a la sociedad y al estado en una promoción de la enseñanza científica y tecnológica, a fin de satisfacer las necesidades y expectativas de progreso civil y económico de la sociedad. Es auspicioso que recientemente se haya creado un ministerio para la ciencia y la tecnología. Pero es importante dotarlo de una organización racional y eficaz a fin de que no se estanque en las redes de una burocracia ineficiente. De este modo el conjunto de la sociedad se beneficiaría: – económicamente, por el potencial vertido por las nuevas generaciones lanzadas al desarrollo científico y tecnológico. – socialmente, en el logro de una mayor equidad en la distribución de las riquezas y de los recursos humanos. – éticamente, puesto que un buena formación científica unida a motivos profundos humanísticos, podría subsanar más fácilmente algunas de las lacras morales que nos afligen actualmente.
Políticamente, en cuanto facilitaría el paso hacia una democracia con mayor estabilidad institucional y con más fuerte sentido de los derechos de la persona. Añadamos finalmente que desde el punto de vista cristiano, esta simbiosis entre el sentido humanista y el desarrollo equilibrado de los recursos científicos y técnicos es plenamente acorde con las enseñanzas de la Iglesia. Es un falso lugar común contraponer las creencias religiosas al sentido profundo y humano de las ciencias. En conclusión, cuantos venimos de una tradición que ha subrayado mucho la necesidad de una educación entendida como formación de la personalidad y de la plenitud de vida, hemos de tomar mayor conciencia de la posibilidad y del deber de superar antiguas dicotomías y acceder a una concepción renovada de la educación que en todos sus grados y niveles contemple la síntesis integradora entre el sentido humanista y el cultivo de las ciencias y de la técnica modernas, o al menos de la comprensión de su sentido profundo y de las bases de su desarrollo. De este modo facilitaremos no sólo la ubicación de la existencia cristiana en el mundo actual, sino que haremos un bien considerable a nuestra sociedad y a nuestro proyecto de nación, teniendo en cuenta la recomendación del Apóstol: ”todo lo que es bueno, justo noble, tenedlo en cuenta,… y el Dios de la paz
estará con vosotros” (Fil.4, 8-9).
Francisco Leocata
La imagen es de la Escuela Técnica N30 Norberto Piñero que queda en Salguero 920 esquina Lavalle. CABA
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