Los desafíos del reformismo en este siglo Universidades Populares. Dip Brenda Lis Austin y Daniel Sosa González

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Continuación de la nota del 1 de agosto.

4.Las omisiones en el sistema educativo

La fugacidad en materia de conocimientos transmisibles, la constante interpelación hacia lo considerado cierto y la explosión comunicativa, nos trasladan a identificar y pensar al rol de los sistemas educativos actuales como espacios para la construcción de oportunidades.

Esto implica a reconocer en primer medida que el conocimiento ya no es patrimonio de las familias y la escuela, sino que existe todo un universo de interacciones en donde la relación entre quien aprende y quien enseña ya no se encuentra totalmente delimitada, sumado a que los procesos autónomos de aprendizaje se han expandido gracias al rol preponderante de las nuevas tecnologías, por medio de las cuales cada duda surgida en una conversación puede resolverse al alcance de un click.

Muchos de los conocimientos que hoy consideramos válidos caducarán en breve, sin embargo la generalidad de nuestras escuelas siguen esforzándose en desarrollar contenidos lineales para un mundo estático que hace tiempo dejó de existir.

Siguiendo a Tiramonti, el sistema escolar moderno se identifica con la construcción social surgida entre el siglo XVII y XVIII en las sociedades europeas, reconociendo un contexto común en las necesidades de las sociedades industriales y que en nuestro país además tuvo como meta promover la integración social mediante un proceso de homogeneización cultural y fortalecimiento del Estado Nación (Tiramonti, 2005). En este mundo en modificación constante y sobreexigente de adaptación, debería primar en la práctica la premisa de que esta estructura abriría paso a horizontes más cercanos al tiempo en que vivimos. En 2020, un hogar promedio acumulará la cantidad de información suficiente como para  llenar las memorias de 318 celulares al año. Sin embargo, si observamos la fotografía de un aula de 1918, con una de 2018, lo único diferente es que la imagen captada por esta última sería en color y no en blanco y negro.

Resulta urgente desarrollar estrategias hacia el interior de la educación para revertir los indicadores negativos que vienen reproduciéndose desde hace años. Inclusión con calidad y acciones orientadas a disminuir la  desigualdad educativa son piezas clave.

Sin embargo, bajo la hipótesis de que nos vaya bien y en el corto plazo se encuentre la vía para convertir a la educación pública en la herramienta que iguale en oportunidades, aun así tendremos ya generaciones de argentinos fuera del sistema educativo formal, sin esperanzas, en un mundo donde el conocimiento es esencial.

En respuesta, las Universidades Populares pueden brindar una significante cantidad de herramientas que las sustenten como un sistema de educación a lo largo de toda la vida para quienes se encuentran por fuera del sistema formal educativo y también para ampliar los horizontes de quienes se encuentran adentro, pues no solo se trata de tapar baches sino de apostar al futuro. La experiencia recolectada a lo largo de los años, nos demuestra que las oportunidades que se abren para avanzar en esta dirección, han sido cruciales en muchas comunidades que cuentan con Universidades Populares para reducir las brechas de desigualdad, promover verdaderos cambios productivos, y mejorar las condiciones de empleabilidad.

Conocido es el caso de Valverde de la Vera, un pueblo español en la Región de Extremadura, que por medio de su Universidad Popular rescató una técnica ancestral de tejidos, estructuró un esquema de transmisión de aprendizajes en torno al conocimiento de la temática por sus adultos mayores, inició un proceso de producción sostenible con hilos de plástico, desarrolló mecanismos de promoción de lo realizado y estableció una fiesta popular que desde hace 5 años es sello de identidad de la localidad. [1]

5. Las transformaciones en el mundo del trabajo
Hace casi 100 años, el escritor Karel Capek, dio vida a un mundo en donde androides producidos masivamente en fábricas, realizaban y sustituían el trabajo de los seres humanos a costos sustancialmente bajos, produciéndose a la posteridad una confrontación entre la máquina y el hombre por la supervivencia en el mundo (Capek, 1920). A estas máquinas les dio el nombre de “Robots”, que deriva del checo “robota” y significa trabajo, y aunque el presente no tiene que ver con ese futuro literario catastrófico, la realidad nos muestra que las disrupciones tecnológicas con el consecuente proceso de automatización generan un impacto enorme en el mundo laboral.

Según el  McKinsey Global Institute , en el mundo más de 2000 actividades en 800 profesiones tienen el potencial de ser automatizadas por medio de tecnologías ya probadas, proyectándose que la mitad de las actividades laborales actuales podrían automatizarse para el 2055 (MGI, 2017).  Sin embargo, las diferencias con el mundo de Capek, resultan interesantes, ya que del mismo estudio surge que con el avance de la automatización, nuevos trabajos surgirán en razón de las metas de crecimiento fijadas por los países del mundo. En un ejercicio comparativo, se desprende que las transformaciones en materia de fuerza laboral tendrán un impacto similar al producido por el decrecimiento de labores agrícolas ante la aparición de nuevas maquinarias. Para ejemplificar, basta con ver la curva descendente en materia de empleo de este sector, que en los EUA en 1840 llegaba a un 62%, en comparación con la de nuestros días que no llega al 2%, situación que a lo largo del tiempo fue acompañada por la demanda de ocupación en nuevos tipos de trabajos.

Un análisis específico del Grupo Banco Mundial en esta materia, menciona que en los países en vías de desarrollo es aún mayor el porcentaje de empleos que pueden automatizarse, pero que los efectos de ese proceso se moderarían debido a los salarios más bajos y a la mayor lentitud en la adopción de la tecnología. De allí, se desprende que Argentina encabeza el ranking mundial en cantidad de empleos en riesgo de ser reemplazados por software y robots. Un 64% de los puestos de trabajo en nuestro país posiblemente se perderán en los próximos años en manos de la tecnología, mientras que el promedio de los países de la OCDE  es apenas inferior al 60 por ciento (Grupo Banco Mundial, 2016).

El desafío es enorme, y la diferencia entre un efecto creciente de desplazamiento laboral y estar preparados ante tamañas transformaciones se traduce en la atención que desde todos los componentes del sistema educativo se le asigna al conocimiento. Se abren grandes oportunidades para que las personas puedan avocar sus fuerzas intelectuales y físicas a los nuevos sectores de la economía que se están gestando y van a gestarse por esta denominada “cuarta revolución industrial”. La misma permitirá agregar 14,2 billones de dólares a la economía mundial en los próximos 15 años.

En consecuencia, las personas deben tener asegurado el derecho a desarrollar las habilidades y competencias necesarias para poder responder al cambio, procesar los flujos de información constante y aplicarlos en los diferentes aspectos de la vida. Pues la rentabilidad del conocimiento en los trabajos calificados aumenta casi un 15% por cada año adicional de educación en los países en desarrollo (Grupo Banco Mundial, 2016). Por esta causa es que muchos países del mundo, algunos desde hace casi medio siglo inclusive, han entendido que lo que se aprende trabajando y lo que se aprende en la escuela no son campos del conocimiento en disputa, sino que son parte de un mismo fenómeno integrado que necesita de vías para encauzarse. Las personas, el Estado y las empresas deben preguntarse cuál es el rol que juega la educación en esa tensión entre lo estable y lo variable, entre le necesidad económica y el uso pleno del talento. Entre el carbón y la información.

Alemania es un claro ejemplo de esto. Con una enriquecedora historia previa relacionada a la formación para el trabajo, en 1969 sancionó la Ley de Formación Profesional y con ella, unificó criterios para asegurar a todas las personas que terminaran la escuela secundaria, una fase de aprendizaje alternativa a la Universidad relacionada con la formación para el trabajo. Es lo que comúnmente se denomina como Sistema de educación dual. En el mismo se pueden incorporar aquellas personas que todavía no han encontrado un trabajo para adquirir habilidades y competencias para estar en condiciones de obtenerlo, aquellas que lo han perdido para readaptarse y aquellas que lo tienen para poder de ampliar su grado de cualificación. Además en el año 2013 se convirtió en el primer país en incorporar a la agenda de gobierno la prioridad de desarrollar una «estrategia de alta tecnología» con la meta de llevar su producción a una total independencia de la mano de obra humana. Alemania es el país que cuenta con la mayor cantidad de universidades populares en el mundo (1000 Universidades Populares, 7 millones de participantes, 15 millones de horas lectivas), siendo las mismas en un verdadero componente integral e irrenunciable de la infraestructura educativa municipal.

[1] https://www.youtube.com/watch?v=4I6PSgJEnPg “Valverde de la Vera, una visita imprescindible en agosto a la sombra de los parasoles”. (2017

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