La Revolución Sandinista

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sssssssssssssLa crisis centroamericana de los años 80 afectó especialmente a tres países: Nicaragua, El Salvador y Guatemala. La crisis social que padecieron terminarían por desembocar en terribles guerras civiles.

En el caso de Nicaragua veremos la conocida como revolución sandinista, cuya toma de poder generó, con la intervención de los Estados Unidos, una guerra civil que duraría desde 1979 hasta 1990. El caso del Salvador será similar, una guerra civil precipitada por los acontecimientos de Nicaragua que durará desde 1981 hasta 1992. Guatemala verá un conflicto desde 1980 hasta 1996.

Estas guerras civiles son el resultado de situaciones anteriores que nos hablan de una pobreza tremenda, de una desigualdad importante presente desde los años 60.

Para entender la crisis que sufrió centroamérica debemos comprender un factor fundamental: la fuerte internacionalización que hubo desde un principio, es decir, la entrada de circunstancias externas. En primer lugar, deberíamos hablar del intervencionismo de potencias extranjeras; especialmente Estados Unidos, con la administración Reagan, y Cuba. En segundo lugar, de dos principales intentos de pacificación protagonizado por potencias latinoamericanas: el conocido como grupo de Contadora (formado por México, Venezuela, Colombia y Panamá) y el denominado acuerdo de Esquipulas II (una iniciativa de Óscar Arias, presidente de Costa Rica).

Nos encontramos ante unos países cuya polarización social es escandalosa (en el caso concreto de Nicaragua no tenían acceso a los recursos básicos el 60% de la población); del mismo modo, la sociedad vivía una lucha ideológica entre aquellos que son partidarios de las recetas neoliberales y los que apoyan teorías socialistas (todo esto dentro del contexto de la Guerra Fría).

Para empezar a hablar de esta crisis debemos analizar brevemente el contexto de Nicaragua. Desde 1950 su economía llegó a crecer un 5% anual gracias iniciativas de la CEPAL como el Mercado Común Centroamericano (MCCA); no obstante, a pesar de ser economías en crecimiento basadas en los monocultivos (café, azúcar, algodón…), el reparto de la riqueza generada era tremendamente desigual. Podemos dar algunos datos que resultan estremecedores: sólo un 10% de la población acababa sus estudios, la población consumía una media de 600kcal diarias (de 2000kcal que son necesarias)…

Los Somoza, una dinastía familiar, con el apoyo de la oligarquía rural y burguesa, gobernaba en Nicaragua desde los años 30. Un régimen corrupto apoyado por los Estados Unidos. Esta estructura de gobierno comenzó a resquebrajarse a partir de los años 70, cuando aparecieron sectores de oposición al somocismo. Dentro de esta oposición, encontramos al Frente Sandinista de Liberación Nacional, quienes optaron por la lucha armada (el nombre nace del líder revolucionario Sandino, quien luchó contra la ocupación estadounidense de Nicaragua) y estaban formados por una masa ideológicamente heterogénea. El FSLN contaba con un grupo de marxistas-leninistas, otros antiimperialistas nacionalistas y otros cristianos (partidarios de la teología de la liberación). Esta división interna fue causa de muchas debilidades, zanjadas con la firma de los acuerdos de unidad sandinista. Encontraremos personalidades a destacar como Miguel D’Escoto (futuro ministro de exteriores de Nicaragua, o Ernesto Cardenal (futuro ministro de cultura). Sobre el cómo proceder ante la revolución, encontraremos tres vías principales: la primera, cuyo representante más notable fue Tomás Borge, nos habla de que la estrategia a seguir debe ser la misma que Fidel Castro, es decir, que creían que Nicaragua era una sociedad rural y que ahí residía su fuerza; la segunda, cuyo principal ideólogo fue Jaime Wheelock, entendía que el actor principal de la revolucion debe ser el proletariado, es decir, que se centraba en el terreno urbano; y la tercera, conocida como vía tercerista, apoyaba por una coalición de todas las fuerzas. Esta última vertiente ideológica es liderada por los hermanos Ortega.

Como decía, se firmarán los acuerdos de unidad sandinista donde se priorizan objetivos, con el derrocamiento de los Somoza como punto inicial Estos acuerdos, a su vez, buscan apoyo internacional y pone fin a las luchas internas.

El bloque oligárquico liderado por los Somoza empezará a resquebrajarse en los años 70. Las claves de esta caída están en tres hechos determinantes: En primer lugar, el terremoto que sufrió Nicaragua en 1972, que arrasó Managua. Este hecho precipitó gran cantidad de ayuda internacional, especialmente económica, ayuda que no tardó en pasar a formar parte del patrimonio Somoza. Básicamente, los Somoza se dedicaron a robar todo el patrimonio desplazando a sus apoyos burgueses y oligarcas rurales, algo que le costaría caro. En segundo lugar, las elecciones de 1974 se ven impregnadas de un fraude electoral intolerable que hace que la burguesía vea como un problema el gobierno existente. De esta manera, la burguesía creará un partido opositor llamado Unión Democrática de Liberación (UDEL), que representaba el resquebrajamiento del bloque oligárquico que apoyaba a los Somoza. En tercer lugar, debemos tener en cuenta el desencadenante que supuso el asesinato del líder opositor burgués Joaquín Chamorro, en 1978.

La oposición no tardó en conformarse en lo que conocemos como Frente Amplio de Oposición (FAO), reclamando elecciones libres y democráticas y el fin de la dinastía Somoza. El presidente estadounidense Jimmy Carter intentará mediar en el conflicto pidiendo la dimisión de Somoza, quien se niega, pero el asesinato del líder de la oposición hacía difícil cualquier mediación. El miedo de los sandinistas a la intervención estadounidense precipitó los acontecimientos y en marzo de 1979 triunfó “la revolución más bonita”, la sandinista, entrando en Managua.

Una vez en el poder, los sandinistas pusieron en marcha la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional, que trataría una serie de objetivos concretos y generales, entre los que encontraríamos el pluralismo político, una economía mixta que armonizara el libre comercio con la intervención estatal, la disolución de la Guardia Nacional (puesta en marcha por los Estados Unidos antes de abandonar Nicaragua y liderada, en sus inicios por Somoza), aplicación de una serie de reformas agrarias, la confiscación y nacionalización de los bienes patrimoniales de la familia Somoza, una política exterior no alineada, es decir, no pertenecer ni al bloque capitalista ni al bloque comunista…

Las elecciones de 1984 proclamaron como presidente a Ortega, uno de los representantes de la línea tercerista del FSLN, por lo que el poder sandinista quedó legitimado.

El desencadenamiento de la guerra estará íntimamente ligado a la llegada de Reagan al poder en 1981. La política intervencionista que llevó a cabo supuso un cambio brutal para el destino de centroamérica. Algunos afirman que la corrupción que se generó dentro del propio estado sandinista también influyó en el descontento social. En cualquier caso, debemos tener en cuenta que hasta la llegada de Reagan las condiciones sociales mejoraron considerablemente, se mejoró el sistema educativo, el compromiso con el pluralismo político nunca fue violado…

La doctrina Reagan, su apoyo a todos aquellos que lucharan contra el comunismo, y el miedo a que la revolución cubana se extendiera por los países del sur de los Estados Unidos, significó la guerra civil en Nicaragua. Así pues, para echar a los sandinistas del poder financió un ejército de mercenarios que se conocen como la Contra. En un principio adiestraba, financiaba y equipaba a estos mercenarios, más adelante intervendría por otras vías como las conocidas como guerras de baja intensidad que consistían en sabotear de forma encubierta la economía nicaragüense (como minando sus puertos). Nicaragua denunció estos hechos ante el Tribunal de La Haya, y este tribunal condenó a los Estados Unidos. Al mismo tiempo, como otra vía de estrangulamiento a los sandinistas, fomentaban procesos de democratización en El Salvador y en Guatemala al tiempo que armaban a los ejércitos de esas mismas naciones para la lucha contra la guerrilla. Nicaragua, por su parte, recibió apoyo de la Cuba castrista e, indirectamente, de la Unión Soviética.

Esta política de Reagan contó con la desaprobación del propio congreso de los Estados Unidos; son muchas las resoluciones de la cámara de representantes que impedían que el gobierno de los Estados Unidos interviniera en otros países. Es por ello que Reagan se vio obligado a recurrir a una estrategia tan inmoral como ilegal: lo que se conoció como el escándalo Irán-Contra, que consistió en vender armamento de forma ilegal a Irán con cuyos beneficios financiaban a la Contra.

Tenemos otras iniciativas internacionales de pacificación. El grupo de Contadora (1983-1986) fue la reunión de Panamá, Venezuela, Colombia y México con el objetivo de actuar como un instrumento de mediación. Decidieron llevar a cabo una iniciativa política internacional al margen de los Estados Unidos. Esta iniciativa pedía la conversión de los países afectados en sistemas democráticos, la salida de los actores extrarregionales y que se dejase de apoyar a frentes insurreccionales (como el caso de los sandinistas que apoyaban al frente Farabundo Martí de Liberacion Nacional en El Salvador). Intentarán hasta en tres ocasiones que su proyecto salga adelante, de hecho, contarán con el apoyo de la ONU. El proyecto quedó en el olvido por la oposición de la administración Reagan, quienes acusaban al grupo de Contadora de no cuestionar el régimen sandinista. Al mismo tiempo, al tratarse de naciones independientes, con sus respectivos intereses, se generaron disputas internas.

El panorama empezó a cambiar a partir de 1987, con una iniciativa que partirá de Óscar Arias, presidente de Costa Rica (y futuro premio Nobel de la paz) que va a lograr acabar con esta espiral de violencia en centroamérica. Nos encontramos en el segundo mandato de Reagan, mucho más calmado y marcado por las crisis escandalosas de sus intervenciones en el extranjero; al mismo tiempo, es el contexto del final de la Guerra Fría; finalmente, debemos tener en cuenta el agotamiento que vivía la región centroamericana.

Contadora pretendía, desde un inicio, que la situación no se desbordara, mientras que esquipulas pretendía democratizar y finalizar con la inestabilidad tan violenta que vivían los países centroamericanos. Todos los países implicados firmarán el acuerdo de esquipulas II poniendo fin a esta situación. Al mismo tiempo, en Nicaragua se firmaron los acuerdos de Sapoá entre los sandinistas y la Contra. En las siguientes elecciones en Nicaragua serán derrotados los sandinistas y el FAO se hace con el poder.

BIBLIOGRAFÍA:

– MARTÍ Y PUIG, SALVADOR. Nicaragua y el FSLN (1979-2009) ¿Qué queda de la Revolusión? 2009, Bellaterra.

– (íd). Tiranías, Rebeliones y Democracia: Itinerarios políticos comparados en centroamérica. 2004, Bellaterra.

– KTUIJT, DIRK. Guerrillas: Guerra y paz en Centroamérica. 2009, Icaria.

– MOLERO, MARIA. Nicaragua Sandinista. Iepala Editorial.

– LÓPEZ. Caída del Somocismo y la lucha Sandinista en Nicaragua. Educa Edit. Universitaria Centroamérica.

Author: Javier De Benito Hernández

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Acerca de Javier de Benito 18 Articles
Estudiante de Historia de la Universidad Autónoma de Madrid. Director de intrahistoria.com. Títulaciones en nacionalismo catalán y judaísmo por la Universidad Complutense de Madrid; Mención de honor en Nación y nacionalismos de la Europa contemporánea.

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