
La ignorada versión andina de la primera bandera del Perú. Es harto conocido el conjunto de sucesos ocurridos en la península española desde la invasión francesa de 1808 en el marco coyuntural de una grave crisis económica, social y política, la misma que se reflejó en sus colonias en distintos grados: abdicación de Carlos IV a favor de su hijo Fernando VII, prisión de éste y coronación de José Bonaparte como rey de España, instauración de juntas
provinciales seguida de la Junta Central de Gobierno y la Regencia, funcionamiento de las Cortes de Cádiz, la guerra de la independencia española, el tratado de Valencay, el retorno de Fernando VII al trono, seguido del trienio liberal
del general Del Riego de 1820, etc. En Sudamérica, el gigantesco virreinato del Perú había sido dividido nuevamente en 1776 para establecer: el nuevo virreinato del Río de la Plata; además que las reformas borbónicas habían gestado
malestares sociales que, en cada uno de tres virreinatos sudamericanos (incluido el de Nueva Granada, creado en 1717), el vacío de poder resultante de la invasión francesa, produjo en muchas de sus intendencias las oportunidades para mostrar a la metrópoli sus ansias reformistas, autonomistas, separatistas y/o independentistas, fracasadas o conseguidas según los casos.
Una de las respuestas tempranas fue la que ocurrió en el virreinato del Río de la Plata, donde el 25 de mayo de 1810 se encendió el reformismo inicial con la destitución del virrey Baltazar Hidalgo y la constitución de una junta de gobierno, respuesta que se desarrolló hasta el logro de su independencia como Provincias Unidas de Sud América, sancionado por el Congreso de Tucumán el 9 de julio de 1816. En el ínterin, o en el marco de este rápido proceso, se produjeron, a su vez, tantos eventos difíciles de condensarlos en pocas líneas; uno de ellos fue la creación de la bandera hispanoamericana por el general Manuel Belgrano que, luego de una serie de modificaciones y alternativas en su diseño inicial, llegó a configurarse a lo que ahora conocemos como la divisa nacional de la República
Argentina. La razón sencilla que justifica esta visión es que la noción de Patria se desarrolló a partir de una identidad hispanoamericana global que, conforme se redistribuían sus pueblos o se iban precisando sus límites geográficos y
geopolíticos fueron surgiendo paulatinamente las nociones diferenciadas de patria, nación y Estados nacionales, expresadas ahora en gentilicios identificadores. Argentina, por ejemplo, no existía todavía como tal, ya que era un conglomerado de provincias, incluida Misiones del Paraguay, Montevideo y el Alto Perú. Al comenzar la guerra independentista hispanoamericana, Potosí, Santa Cruz de la Sierra e incluso la actual Paraguay y Puno pertenecían al virreinato del Río de la Plata; hasta antes del 1° de agosto de 1776 estaban comprendidos en el territorio
del virreinato del Perú. La tradición y los restos documentales han permitido restaurar la historia de esta
enseña hispanoamericana que en gran parte coincide con las historias de las banderas de Argentina, Uruguay y las Provincias Unidas del Río de la Plata, pues
éstas fueron una suerte de retoños de aquélla, aunque todavía ellas exhiben dificultades testimoniales y/o carencias documentales que explican la ausencia de unanimidades, además que explican cómo las primeras banderas que se
mostraron en los eventos bélicos, políticos y religiosos del Río de la Plata se mostraron también en los movimientos de Zela, los hermanos Paillardelle, Cuzco, Arequipa, Huamanga y posiblemente en Andahuaylas, Huanta y Cangallo.
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