“La Historia es la ciencia de lo que nunca sucede dos veces”, pero parece que en Argentina esta frase rompe las reglas.
Desde 1930 los golpes militares han marcado a fuego la historia democrática de nuestro país con una muestra de insensateces y de falta de convivencia política inusitada. Estos golpes se sucedieron como en una carrera de obstáculos democráticos y nos ha perjudicado hasta ahora como país.
¿Cómo puede crecer un país si elimina lo más importante que tiene, que es su capital cultural? Pues en Argentina desde los años de 1930 hasta 1983 pareció correr la idea que: saber, pensar distinto, crecer intelectualmente, deliberar en el bienestar del otro, eran ideas que iban en contra de la razón sin ver que cada vez más nos caíamos en la barbarie. Estos gobiernos de facto arrastraron a la Argentina a un callejón sin salida.
En las décadas del 60 y 70 se vio en todo el mundo florecer una juventud capaz de forjar un sueño con viento de cambio en todo los órdenes, esto se esbozó en las aulas de las escuelas públicas argentinas amparados por el artículo 14 de la Constitucional Nacional de “enseñar y aprender”.
Uno de los tantos gobiernos de facto que abatieron a la Argentina fue la “Revolución Argentina”, encabezada por el general Juan Carlos Onganía, quien derrocó al presidente democrático Arturo Illia, un hombre honesto si los hay, pero parece que la honestidad y el diálogo no rinden dividendos gananciales para vivir en democracia.
A un mes del golpe militar que derrocó al gobierno constitucional se inauguró la dictadura del general Juan Carlos Onganía, una autocracia con un personaje salido de una novela bizarra con ribetes mesiánicos.
Este personaje quería vivir en sistema de gobierno “moralista” prohibiendo todo lo que fuera novedad, pelo largo en los jóvenes, besarse en las plazas, el rock, polleras cortas, etc. Su primera medida de gobierno fue disponer por decreto la intervención de las universidades nacionales, porque las consideraba peligrosas fuente de contaminación amparado en la doctrina de seguridad nacional. Fue un acto de brutalidad intelectual.
La misma noche del golpe, la Universidad de Buenos Aires emitió un escrito en el que despreciaba el golpe, ya que había personajes de la vida intelectual como algunos periodistas que mostraban una actitud decidida a favor de la dictadura militar de Onganía y propiciaban a viva voz el golpe de Estado. Entre ellos estaban Mariano Grondona, Bernardo Neustad. La universidad se comprometía a defender la democracia y la autonomía universitaria ganada en el gobierno de Hipólito Irigoyen (1917) con una universidad pública para todos.
Durante todo julio, intensas movilizaciones estudiantiles coparon las calles. Hubo asambleas estudiantiles en las que se debatía cómo resistir los embates de la dictadura.
Los móviles dictatoriales eran: poner fin a la autonomía universitaria y la libertad de cátedra, silenciar las críticas, escarmentar la rebeldía estudiantil y docente de todas las universidades nacionales, cerrar carreras de estudio como Filosofía, Sociología, Antropología, Psicología. No se quería una universidad al servicio del pueblo. Las otras carreras que se seguían dando debían ser constantemente monitoreadas, controladas y reprimidas si era necesario.
Este hecho bastardo trascendió a la historia como “La Noche de los Bastones Largos”, debido al uso de palos para aboyar ideas, como decía Mafalda, que utilizó la Policía Federal argentina para castigar y “educar” a estudiantes, docentes y decanos de las casas de estudios de Argentina.
La referencia histórica fue “La noche de San Bartolomé”, la masacre de protestantes en París en el siglo XVI o “La noche de los cuchillos largos”, la masacre ordenada por Hitler contra los “Montoneros” del partido nazi y, por supuesto, “La noche de los cristales rotos”, la orden de Goering de destrozar las vidrieras de los negocios judíos. Como verán teníamos muchas ideas “civilizadoras y educadoras” para tomar como referencia.
La policía entro en la UBA y salió al frente el decano Rolando García, lo golpearon y continuaron agrediendo al resto de los estudiantes y profesores. Pegaban en la cara a las mujeres para marcarlas y desfigurarlas, todo de forma sistemática. Algo había cambiado para siempre.
La noche de los bastones largos arrojó una prolongada noche de sombra, sumida en la miseria intelectual de quienes arrebataron el poder en Argentina. La destrucción alcanzó los laboratorios y bibliotecas de las altas casas de estudio y la adquisición más reciente y novedosa para la época: una computadora.
A esto le siguió el éxodo de profesores e investigadores. La supresión de los centros de estudiantes. En total emigraron 301 profesores universitarios; de ellos 215 eran científicos; 166 se insertaron en universidades latinoamericanas, básicamente en Chile y Venezuela; otros 94 se fueron a universidades de los Estados Unidos, Canadá y Puerto Rico; los 41 restantes se instalaron en Europa.
Algunos de los cerebros fugados del país fueron:
- Rolando García, epistemólogo, físico, meteorólogo de fama internacional, fue el Decano que encabezó la toma de la Facultad de Ciencias Exactas. En el exilio desarrolló junto a Piaget la epistemología genética.
- Sergio Bagú, historiador y sociólogo, uno de los pioneros de la teoría de la dependencia.
- Manuel Sadosky había introducido la computación en el país.
- Gregorio Klimovsky, epistemólogo, considerado como una de las máximas eminencias en lógica matemática y filosofía de la ciencia del país.
- Pablo Miguel Jacovkis, matemático, decano de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA y presidente del CONICET en 1999 y 2000.
- Félix González Bonorino, el geólogo más eminente del país.
- Tulio Halperín Donghi, uno de los principales historiadores de América Latina.
- Risieri Frondizi, filósofo y ex rector de la UBA. Juan G. Roederer físico a cargo del Instituto de Radiación Cósmica.
- Catherine Gattegno de Cesarsky, astrónoma de fama mundial que en 2006 asumió la presidencia de la Unión Astronómica Internacional.
- Telma Reca, psicóloga, directora del Instituto de Psicología Evolutiva, cesanteada.
- Mariana Weissmann, física atómica, premio L’Oréal-Unesco 2003, primera mujer incorporada a la Academia Argentina de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.
- Eugenia Kalnay, meteoróloga premiada en 2009 por la Organización Meteorológica Mundial, perteneciente a la ONU, por sus contribuciones sobresalientes en el campo de la climatología.
Fue el inicio de un proyecto político que pretendió desmantelar la universidad masiva y de calidad que se había consolidado mucho tiempo atrás. La estupidez intelectual habría sus puertas de par en par. Desde entonces y hasta los años sesenta Argentina tenía la población universitaria más numerosa y formada de toda América Latina. Este proyecto político se potenció aún más con la dictadura militar que se extendió entre 1976 y 1983.
Publicado en Papel de periódico
muy buen articulo. tengo que preparar un trabajo para el profesorado¿alguien me puede decir que hechos relevantes de esa misma epoca ocurrio en la misma epoca que lo sucedido esa noche? el que me pueda ayudar por favor escribame a mi correo gracias
Hola Gracias por el comentario. Mas datos http://www.elarcondeclio.com.ar Es la dictadura de Onganía. Fijate en esta pagina