La Escuela…Otra escuela

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En tiempos de pandemia y una vez establecido un período de aislamiento social preventivo y obligatorio que aún no sabemos cuándo va a finalizar, pero suponemos que va a extenderse bastante tiempo más, la escuela pierde el espacio físico, el tiempo pautado y la presencialidad cotidiana… Los y las docentes se sienten perdidos frente a esta realidad que irrumpe y para la cual no estaban eparadxs. Cada escuela como puede y con los recursos que tiene, en función de las características y posibilidades de la población a la que asiste, se las ingenia para hacer algo…
Algo que, en ocasiones, parece querer trasladar a la virtualidad, las mismas lógicas, rutinas y actividades que en la presencialidad. Y se hizo con mucha velocidad, haciendo caso a recomendaciones acerca de la utilización de ciertos recursos digitales, campañas, tutoriales, webinares, podcast y videoconferencias a través de las redes… Consejos apabullantes que no nos permitieron ni siquiera advertir lo que estaba sucediendo… lo que nos estaba sucediendo.

Y aquí es cuando los conceptos de “educar”, “enseñar”, “escolarizar” corren el riesgo de ser confundidos y confundirnos.
EDUCA cada generación a la siguiente toda vez que lxs adultos transmiten a “lxs nuevxs” los conocimientos y experiencias acumuladas. Algo del orden de la crianza se juega siempre en la educación ya que llegamos a ser “humanos” a través de ese proceso educativo que es, a su vez, un acto de amor. La educación es, entonces, eso que sucede desde el inicio de la vida de cada persona. El hogar suele ser el escenario y lxs adultxs de la familia, los actores principales.

ENSEÑA quien pone en acto la responsabilidad por educar y esto se especifica a través de personas que dominan el oficio y se hacen cargo de la tarea.
ESCOLARIZA una sociedad que determina, para todos sus ciudadanos, el pasaje por la escuela. La escuela, como esa tecnología que clasifica a los niños y niñas en tanto alumnos/as, que se organiza en torno a métodos, que se rige por un diseño curricular. Ese
espacio y ese tiempo pautados donde “enseñar” es cuestión de “grados” determinados según pautas evolutivas y donde el progreso se da a través del mérito por medio del resultado en las evaluaciones periódicas y las certificaciones. La escuela es ese dispositivo que está a cargo de MAESTROS y MAESTRAS, PROFESORAS y PROFESORES específicamente formados para enseñar, para crear escenarios y experiencias pedagógicas y acompañar profesionalmente procesos de aprendizaje.

En tiempos de pandemia hay algo en lo que todxs coincidimos: la Escuela tiene que estar presente, aún sin ir a la escuela… Pero, ¿cómo?. Inmersa en una situación desconocida y no contemplada en ningún documento educativo, la escuela vio detenida su cotidianeidad y se lanzó a actuar, a crear modos de sostener la transmisión de contenidos y lo hizo trasladando la estructura presencial a la virtual o a los cuadernillos para completar, haciendo foco en el trabajo con los conocimientos que lxs estudiantes deberían aprender en marzo, en abril, tal cual teníamos planificado. Aunque lo que no habíamos planificado era enseñarlos mientras en el mundose producía una pandemia en la que está muriendo mucha gente y otras tantas se están enfermando. En la que todos los que la estamos atravesando sentimos y escuchamos morbosamente en medios de comunicación y en las redes sociales que el mundo entero está en crisis y esa crisis implica revisar valores como solidaridad y empatía, o no saber con qué dinero viviremos las próximas semanas o implica quizá la muerte, que no deberíamos banalizar, como simples cifras que conforman estadìsticas y que seguramente los niños, niñas y jóvenes a quienes enseñamos no lo hacen…¡¿nada más y nada menos?!

Madres y padres enojados por el exceso de tareas que les demandan un tiempo que no tienen, porque sus propias actividades les impiden hacerse cargo. Docentes que “se regodean” a través de las redes exigiendo que se les reconozca “que no era tan fácil

enseñar a lxs niñxs”. Pero, a su vez, lxs mismxs docentes que manifiestan no llegar con los tiempos, ya que la virtualidad les demanda mucho más que la presencialidad y no llegan con las correcciones de los trabajos que piden. Chicos y chicas que no logran comprender a quienes, en casa y en el afán de ayudar, buscan en su memoria los métodos con los que ellxs mismxs aprendieron, para intentar una explicación. Estudiantes que manifiestan extrañar el aula, a sus compañeros/as y profesore/as. Otros que temen “repetir el año”, aún sin haber ido a la escuela.

Y mientras tanto, una escuela que venía avanzando a paso firme en la innovación pedagógica, en las propuestas de enseñanza y aprendizaje basados en proyectos y que, frente a esta coyuntura, se repliega y retoma prácticas tradicionales, pero en formato
“digital”. Y vuelven las fotocopias con cuestionarios y ejercitaciones, pero esta vez escaneados y enviados por mail.
La Escuela tiene que estar… No hay duda. Y las familias también y tienen un rol central en este momento. Es absolutamente necesaria la cooperación de ambas instituciones para hacer de este tiempo una experiencia pedagógica que valga la pena,que nos enriquezca a todos y que no acabe con la paciencia ni las energías de familiares ni docentes, ni contribuya a aumentar tensiones que se viven en cada hogar.

En casa podemos ver una película, un documental de divulgación científica, una charla TED en You tube y debatir a partir de eso diferentes temáticas… Podemos leernos cuentos, dibujar una canción o bailarla, armar campeonatos con juegos de mesa, con
dados, con cartas, inventar rimas, jugar con adivinanzas y así divertirnos al tiempo que seguimos aprendiendo… Podemos usar los materiales del Ministerio de Educación Nacional o de nuestra jurisdicción, ver programas educativos de la TV Pública o del canal

Encuentro, las “clases” de Paka Paka… Pero llevar las escuelas a las casas, pedirle a padres y madres que se transformen en docentes no es una buena estrategia. Esta es hoy, por amplia mayoría, la reflexión a la que estamos llegando varios pedagogos y
especialistas en Educación, preocupados por la situación actual.

Los adultos de las familias pueden ayudar con los recursos que mencionamos anteriormente, generar rutinas, proponer agendas familiares, sostener la importancia de la responsabilidad como estudiantes, ayudar a construir espacios para el estudio, etc.

Pero no es la escuela en la casa…La escuela suele tener una visión omnipotente y en el afán de seguir como si tuviéramos todo bajo control hacemos como si estuviéramos atravesando un cambio de formato solamente y fingiendo una normalidad que no es real y que no está resultando eficaz. Quizá creemos que al sostener y ofrecer propuestas a través de medios digitales ya tenemos la solución y lejos estamos de eso. Quizá creemos que “llenar” a nuestrxs estudiantes de tareas y actividades está al servicio de que nadie se angustie, o que nadie se aburra, o que nadie se “caiga” del sistema escolar. En los primeros días de la cuarentena fuimos probando y ensayando propuestas.

Ahora es momento de parar la pelota, revisar y ajustar… ¡de barajar y dar de nuevo! De eso se trata… de convidar y compartir, de crear, de imaginar la escuela, otra escuela . Es momento de evaluar lo realizado hasta ahora y revisar con qué propuestas vamos a llegar de acá en más a las casas de nuestrxs chicxs, cómo volvemos a vincularnos desde alguna “presencialidad” con las familias y con nuestrxs estudiantes… Y tenemos que repensar nuevamente la propuesta, sabiendo que va a resultar imposible que evitemos perder algo en el intento.

¿Qué objetivos perseguimos con las tareas escolares en este momento? ¿Cómo se sostiene la experiencia educativa sin el grupo de pares, sin la escena escolar? ¿Esimportante la cantidad de tarea que mandamos? ¿Son los mismos los contenidos que hoy necesitamos transmitir o tendríamos que pensar en incluir los temas que nos atraviesan en esta coyuntura? ¿Hay que completar páginas y páginas de cuadernillos, carpetas o chats en las aulas virtuales o necesitamos elaborar propuestas que nos ayuden a todxs a transitar este aislamiento, tendiendo puentes que hagan presente, más que nunca, nuestro rol docente?

Lxs docentes, los chicos y las chicas, las familias estamos atravesando tiempos de incertidumbre, angustia, preocupación, islamiento… ¿Por qué, entonces, la escuela insiste con sostener una inercia pedagógica incapaz de conmoverse? Los primeros días creíamos que íbamos a tener tiempo y “aprovechar para…”, para poder leer las novelasque nunca tuvimos tiempo de leer, terminar la tesina, escribir ese artículo… incluso ordenar el placard o arreglar ese mueble. Y nos damos cuenta de que pasa el tiempo y no estamos pudiendo… Porque lo que no estamos calculando es que esta situación absolutamente inédita implica necesariamente angustia, nos cambió la cotidianeidad y lo hizo “sin anestesia”. No tuvimos tiempo para advertir todo esto y compulsivamente nos pusimos a trabajar, a responder a los discursos e indicaciones, sin pensar demasiado y negando eso que estallaba en nuestras vidas y en las de nuestros alumnxs.

Las chicas y los chicos quieren recuperar el contacto con sus pares y con sus docentes, desean el ruido de la escuela, los pizarrones y las carpetas, extrañan los intercambios, las conversaciones. No alcanza con la tarea escaneada e impersonal. Es necesario llevar nuestra presencia y generar un intercambio. Creíamos inimaginablepensar que estudiantes de secundaria nos contaran estas cosas y como venimos sosteniendo la escuela es con ellos y no solamente para ellos. ¿Sabemos cómo se están sintiendo? ¿Qué miedos tienen? ¿Qué esperan? ¿Si sus familias mantienen el trabajo? ¿Quizá algún adulto de la casa sale a trabajar y eso los preocupa? ¿Cómo imaginan el regreso a la “normalidad”? ¿Les estamos preguntando? ¿Hay lugar para la expresión de las subjetividades? Respecto de las actividades y propuestas para hacer en casa durante este confinamiento, Tonucci sugiere que la casa debería transformarse en un “laboratorio donde descubrir cosas y que los padres sean colaboradores de los maestros”.

Un laboratorio para averiguar cómo funciona el lavarropas, inventar una nueva comida y escribir la receta, hacer un video donde cuenten la experiencia familiar en casa, leer media hora en ronda, cuidar las plantas y las mascotas, llamar a los abuelos y que les cuenten los juegos a los que jugaban en su infancia y jugar en casa…También es tiempo de preguntarnos: ¿es necesario en este tiempo calificar? ¿Vamos a poner notas? ¿Qué es lo que tenemos que evaluar y con qué propósito?¿Vamos a “amenazar” a nuestros estudiantes con repetir el año? Acaso sea momento dediscutir sobre la autoridad pedagógica que seguramente vemos amenazada… si no calificamos ¿los chicos van a aprender?, si no ponemos notas ¿quién dará respuesta anuestras exigencias? ¿Volveremos al concepto de premio y castigo que muchos ya habían abandonado? ¿Evaluaremos nuevamente fingiendo normalidad?

Este es nuestro presente, con muchas preguntas para seguir haciendo y respuestas para continuar ensayando… Pero también podemos aquí pensar juntos cómo será el futuro. Abriendo nuevas preguntas, intentando nuevas respuestas. Cuando esto finalmente pase… ¿Qué hacer? ¿Cómo volver? ¿Qué propuestas tendremos para el reencuentro? ¿Volveremos a la escuela para mirarnos, abrazarnos, contarnos qué emociones nos genera la vuelta a “otra escuela”? Porque sin dudas ya no va a ser la misma.

¿Volveremos a la escuela con una visión omnipotente y anacrónica o empezaremos escuchándonos, sintiéndonos, siendo sujetos en instituciones y no instituciones con sujetos? ¿Volveremos a la escuela planificando el abordaje de la evidente heterogeneidad? ¿Cada familia tuvo la posibilidad de acompañar, quiso hacerlo, contó con los recursos, generó experiencias educativas significativas? ¿Volveremos a la escuela eligiendo de qué modo priorizaremos contenidos y capacidades para abordar y desarrollar en los tiempos que tendremos de ciclo presencial o fingiremos que todos aprendieron o deberían haber aprendido porque nosotros hicimos todo lo que pudimos y entonces “seguimos adelante con los que nos sigan”? ¿Volveremos pensando estrategias para acoplar la propuesta en cuarentena con continuidad y trabajaremos desde ese punto de partida aceptando que la propuesta de enseñanza de la escuela no derivó en igualdad de aprendizajes? Necesitamos aceptar esta limitación real a pesar de que creamos efectivamente que hicimos lo mejor para no dejarlxs solxs.

La pandemia sin dudas nos va a dejar planteados varios desafíos:

Porque visibilizó factores de la escolarización que estaban naturalizados y ya no se pueden negar.

Porque evidenció la crisis del formato escolar tradicional.

Porque podremos tomar mejores decisiones respecto al uso de la tecnología educativa.

Porque revalorizó el ROL DOCENTE y el SABER PEDAGÓGICO.

Porque la escuela es otra como somos otrxs cada unx de nosotrxs. Creemos que la escuela definitivamente será otra. Esta situación sin duda pone al estudiante donde debe estar: como protagonista, como centro y epicentro del acto educativo. Este efecto es sumamente positivo, pero hay otros que no lo son. La desigualdad se acentúa frente a los distintos modos de acceder en tiempos de aislamiento al aprendizaje. Este tiempo de trabajo compartido a través de antallas nos muestran, nos gritan que no será nunca más todxs al mismo tiempo, haciendo lo mismo y generando resultados esperados. Lxs invitamos entonces a crear nuevos modos de ser docentes, de ser y hacer escuela.

Directoras: Carla Cecchi y Mariela Bialy. 11 3069 3821 // 11 4042 3637. [email protected]

 

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