La escuela como organización social debe responder

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En Cara y Ceca las autoras presentan  los siguientes modelos de cultura institucional:
“La institución escolar, una cuestión de familia”

En estas instituciones se idealizan algunos aspectos de las relaciones interpersonales y se niegan otros. Como en toda familia operan alianzas, celos, cosas no dichas, conflictos, etc.

La comunicación es informal.>“La institución escolar, una cuestión de papeles o expedientes”

Se prioriza el registro de la actividad administrativa en documentos escritos, con un personal contratado a partir de concursos y un estilo de gestión tecnocrático. La institución escolar, una cuestión de concertación”. La negociación constituye una práctica siempre presente en estas instituciones. En este tipo de cultura el rol de conducción es un rol de mediación en la negociación  y de representación de estos objetivos institucionales.

En este caso consideraremos la negociación como una relación que apunta a minimizar la oposición de intereses. Actúa como conciliadora. Este tipo de cultura conlleva el riesgo de un permanente asambleísmo.

Los modelos de gestión propios de esta cultura institucional son los modelos profesionales.

En todos los modelos de cultura institucional se juegan relaciones de poder en las que intervienen los actores, dando origen a los conflictos. En la base de la relación de los actores con la institución se halla siempre presente la ambivalencia. Esto determina en ellos una ambigüedad, que se manifiesta en sentimientos opuestos de atracción y de repulsión. Estos movimientos de atracción y de repulsión se relacionan con las zonas de certidumbre (o de certeza) e incertidumbre. La normativa tiene el propósito de volver de algún modo previsibles los comportamientos de los actores, es decir, de establecer zonas de certidumbre. Asimismo las normas siempre dejan zonas de incertidumbre, es decir márgenes de imprevisibilidad de los comportamientos. Las instituciones constituyen un reino de relaciones de poder, de influencias, de regateo, de cálculo. Este reino de relaciones es expresión y práctica de la libertad de sus actores. Esta libertad no está determinada, no es previsible y es siempre contingente.

Según Frigerio podemos decir que “un actor o un grupo de actores posee poder cuando tiene la capacidad de hacer prevalecer su posición. (…) Que unos sean conscientes del poder que tienen, que lo busquen y hasta lo acumulen, no quiere decir sin embargo que los demás actores estén desprovistos de poder.” Debemos tener en cuenta para el análisis de las relaciones interpersonales el concepto de “clivaje”. Este concepto proveniente de la química designa en los cristales, los distintos planos o zonas donde la unión de los átomos se vuelve más débil. Por lo tanto esas zonas se constituyen en posibles planos de ruptura o fractura.

Estos modos particulares en que en cada institución surgen los clivajes y la forma en que se posicionan los actores frente a los mismos, configurarán distintas redes de poder. Las zonas de certidumbre e incertidumbre se vinculan con la cuestión del poder. La organización regula las relaciones de poder a través de los reglamentos internos, los organigramas, etc. Las zonas de incertidumbre son variables y se constituyen en lugares donde se pelea por el poder. Frigerio establece que en toda institución el conflicto es inherente a su funcionamiento, es parte de su propia dinámica.

En el modelo familiar el conflicto es eludido, “entre los familiares no hay que pelearse”.

Los conflictos suelen no resolverse ni elaborarse.
En el modelo tecnócrata, como las jerarquías están tan claramente establecidas, los conflictos se definen por posiciones de jerarquía. En el modelo de concertación surgen por divergencias en las posiciones, se redefinen y disuelven o se resuelven por elaboración.
A partir del análisis de los conflictos institucionales y de la reflexión acerca de cómo son tratados  en cada institución, podemos construir situaciones de aprendizaje institucional. A partir de estas prácticas las instituciones podrán crecer. En todos estos modelos se manifiestan, según el estilo de cultura institucional, tensiones entre lo instituido y lo instituyente. Las fuerzas instituyentes provocan conflictos, transformándose en verdaderos motores de cambio. Estas fuerzas instituyentes se relacionan con las zonas de incertidumbre, en las que se lucha por el poder.
Lo instituido, es decir, la regla, ley o norma, se vincula con las zonas de certidumbre.
Según prevalezcan unas fuerzas u otras las instituciones resguardarán su identidad o cambiarán sin preservar lo propio. Las fuerzas instituyentes son necesarias en toda institución para su posible desarrollo y crecimiento.
En consecuencia, el conflicto se visualiza como un elemento inherente al funcionamiento institucional ya que se resignifican los canales formales útiles a la difusión de la información, no desconociéndose los informales. El equipo directivo en esta escuela es un equipo de profesionales y por lo tanto se responsabilizan de la tarea sustantiva o dimensión pedagógico-didáctica, que es sin lugar a dudas la dimensión central en la institución. Coherentemente con lo dicho, el organizador institucional es el currículum prescripto. Para minimizar el “asambleísmo”, como riesgo principal de este estilo de cultura institucional, existe en esta escuela una conciencia permanente de dicha posibilidad. En esta línea el equipo directivo delega tareas pero no responsabilidades.
En cuanto a la cultura institucional sostenemos, siguiendo las ideas de Margarita Poggi y Graciela Frigerio, que la misma resulta de las políticas que afectan a la institución y de las prácticas de sus miembros, manteniéndose éstas tan estables como para ser percibidas por los mismos y orientar la vida de la escuela. En la escuela propuesta en nuestro trabajo el tipo de cultura institucional que más se adecua es la de concertación ya que la negociación constituye una práctica siempre presente. En ella el rol de conducción es de mediación y negociación en la resolución de conflictos. En este tipo de cultura institucional existe lo que se denomina poder contractual, es decir, la adjudicación de poder a determinadas personas capacitadas puntualmente para algo y en un tiempo preciso. En este tipo de escuela se invita a la concertación permanente, evitando así peleas estériles, ya que se considera que los actores estratégicos pueden sostener oposiciones, establecer alianzas y coaliciones.

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Acerca de Adriana Passalia 12 Articles
Adriana Passalia es Profesora en Filosofía y Pedagogía por el Instituto Superior de Profesorado Sagrado Corazón, Licenciada en Calidad de la Gestión de la Educación, por la Universidad del Salvador, Especialista en Metodología de la Investigación Científica por la Universidad Nacional de Lanús. Y, en la actualidad, Maestranda en Metodología de la Investigación Científica, por la misma universidad.

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