Nota escrita por César Medrano Mariscal
“La aplicación a rajatabla de las políticas neoliberales ha dejado un saldo de exclusión, pobreza y desesperanza”, se lee en una de las diapositivas con las cuales se capacita a los futuros docentes, monitores y talleristas del programa social estrella de la administración actual de la Ciudad de México: PILARES.
Luchar contra el estado actual de las cosas, la larga noche neoliberal, la insana aplicación de las doctrinas de Washington es lo que puso a las actuales autoridades en el lugar que hoy ocupan. No es un regalo, no es un cheque en blanco, es una obligación con quienes y de quienes dimana la soberanía: la nación. “El pueblo pone y el pueblo quita”, dice el presidente López Obrador. Hoy también el pueblo habla, y lo hace en la tribuna que le es familiar: la calle, el espacio público.
Si algo tiene el neoliberalismo y los neoliberales es una capacidad infinita de quitarle contenido a los significados, decir que una cosa no es, o atribuírle cualidades a algo que no las tiene: que la pobreza no es injusticia, sino falta de oportunidades; que las leyes son correctas, pero mal aplicadas; que la corrupción es instrínseca y cultural, no la condición sin equa non funciona el sistema.
Tienen también, los neoliberales, la habilidades de sustraerse de la responsabilidad política sobre argumentos técnicos, habilidades operativas y resultados. De allí su cualidad inherente: son tecnócratas.
El neoliberalismo es teoría, práctica e ideología que antepone el interés privado sobre el interés de la cosa pública; otorga ciegamente poderes regulatorios económicos, sociales, políticos, psicológicos, esotéricos al mercado. Deja en manos de la Iniciativa Privada la salud, la educación, el derecho, el medio ambiente, la vida. Combate enfermizamente toda intervención del Estado en aquellas áreas que le son de competencia, lo adelgaza hasta dejarlo inane. Y ese vacío lo ocupa, cualquier forma de poder.
Si en algo se ha ensañado el neoliberalismo es en el trabajo: desregula las normas laborales, promueva la ocupación temporal y a prueba, combate sindicatos o copta dirigentes; transfiere a los trabajadores la responsabilidad de la productividad, su propia capacitación, su pensión, sus ahorros (los cuales hace recircular para el capital financiero) y nos pone a competir ferozmente con otros famélicos, para ocupar plazas de miseria.
Por esta razón resulta vergonzoso que el gobierno que acaba de dejar estas oficinas, reputado de izquierda, contratara a los docentes que trabajan para la modalidad semiescolarizada del IEMS mediante contratos de Prestación de Servicios Profesionales, honorarios, a través de los cuales se operó un sistema de subcontratación (out sourcing), el mecanismo estrella de la precarización laboral del neoliberalismo: pagar una miseria sin compromisos laborales, prestaciones, ni relación legal, y siempre bajo la amenaza de que “cualquiera podría ocupar tu lugar”.
Firmando contratos a término vencido (de los cuales no tenemos copia inmediata y se nos ha llegado a negar cuando la solicitamos), mes a mes y no más de 9 al año, cobramos un salario de $123.37 por hora, que menos impuestos y trabajando un máximo de 102 horas mensuales, pagaba a pocos, cerca de once mil pesos, cubriendo grupos en más de 4 o 5 planteles dispersos por toda la ciudad. Sin ninguna prestación, sin garantías o derechos.
Sostenemos que, mediante este mecanismo, el IEMS cubrió las necesidades de puestos permanentes y que con ello se ahorró, a costa nuestra, salarios, prestaciones, servicios y la seguridad que nos corresponde.
Antes y ahora, el IEMS nos desconoce como trabajadores. Sin embargo, sostenemos entre otros argumentos que:
1. El trabajo que prestamos al IEMS lo realizamos de manera personal: un docente, un contrato, a diferencia de un prestador de servicios profesionales quien realiza trabajos específicos por sí, por un tercero o varios para cubrir necesidades específicas y por tiempo determinado.
2. El trabajo que realizamos es subordinado, pues el IEMS dispone de nuestro esfuerzo para el desempeño de un trabajo en horarios previamente convenidos y en plazos continuados, interrumpidos artificiosamente.
3. El trabajo lo realizamos en las instalaciones del IEMS y él nos provee de insumos para su realización.
De tal suerte que, citando a Claudia de Buen Unna: “conforme al texto de la Ley Federal del Trabajo y al de la Ley Reglamentaria del artículo 5o. constitucional, se entenderá que la relación jurídica entre las partes es de naturaleza laboral, si es subordinada y se presta de manera personal. Son imputables al patrón tanto la falta de contrato laboral como la simulación de la relación laboral a través de un contrato civil [léase, contrato de Prestación de Servicios Profesionales], y tal circunstancia de modo alguno priva a los trabajadores de los derechos derivados de las normas de trabajo.” [1]
Aun así, si llegaran a argumentar que la subcontratación es legal y se encuentra regulada en el Art. 15-A de la Ley Federal del Trabajo, diríamos que según dicho artículo, el trabajo en régimen de subcontratación, “no podrá abarcar la totalidad de las actividades, iguales o similares en su totalidad, que se desarrollen en el centro de trabajo” y tampoco “… podrá comprender tareas iguales o similares a las que realizan el resto de los trabajadores…”, por lo que “De no cumplirse con todas estas condiciones, el contratante se considerará patrón para todos los efectos [de la LFT], incluyendo las obligaciones en materia de seguridad social.”[2]
Como todos los que depositamos la confianza en este gobierno que inicia, escuchamos que se dejaría de contratar por honorarios. Lo que no sospechamos es que su solución sería, para nuestro caso, un nivel inaudito de precariedad, incertidumbre, decepción.
Por un lado, la Secretaria de educación, Rosaura Ruiz, nos manifestó que pretende reformar todo el sistema de bachillerato, que al IEMS “nadie, ni nuestros estudiantes, lo quiere. Todos buscan UNAM, Poli, por eso lo reformaré todo …”, que la población del semiescolar (jóvenes y adultos que trabajan, maternidad y paternidad adolescente, con adicciones, marginación, provenientes o rechazados de otros sistemas, etc.) será ahora atendida por PILARES y que es probable que la modalidad desaparezca, que lo educativo está por encima de lo laboral… pero que somos los primeros considerados en ocupar nuevas plazas en los nuevos planteles “si aprobamos las evaluaciones, porque sólo queremos a los mejores”.
Por su parte, la Directora del IEMS, nos manifestó su solidaridad moral (“Se que su situación es difícil”, dijo), la promesa que el semiescolar permanecerá y que sí, somos los primeros pero, que no somos trabajadores… y que quiere tratar con profesores, no con sindicatos. El maltrato al docente se acabó” prometió Obrador. Votamos por él para la grande. Y trajimos a Claudia a este Palacio del Ayuntamiento. ¿Por qué, entonces, se emplean los criterios de la Reforma educativa en nuestro caso?
La Reforma educativa fue señalada por todos los sectores sociales críticos de ser neoliberal en grado sumo, pues tuvo en sus entrañas todas las cualidades de asfixia laboral: chantaje, vigilancia, condicionamiento, transferencia de responsabilidad, señalamientos, degradación profesional.
¿Qué nos están ofreciendo? ¿Subordinar un derecho a otro, el educativo al laboral? ¿Someternos a criterios técnicos que establecerán filtros de idonenidad? Habrá que recordar que nuestra lucha es por el derecho al trabajo digno, y que esta batalla fue ganada en las urnas, por eso están aquí. No hay posibilidad de sustraerse a su responsabilidad política sobre argumentos técnicos y menos de tipo neoliberal, es contradictorio en grado sumo con la plataforma que los colocó allí.
El derecho al trabajo no debe estar peleado con el derecho a la educación. La forma correcta de resolver una aparente contradicción es la armonización de los derechos. El patrón está obligado a dar salario, condiciones, capacitación; el trabajador a dar su máximo esfuerzo, cuidar la fuente de empleo y ofrecer los resultados esperados; el Estado debe garantizar que se cumplan las condiciones de trabajo digno, suficientemente remunerado y protegido. Nuestra materia de trabajo, es el servicio educativo.
Si los contratos por honorarios están proscritos, si la relación laboral está comprobada, si es insostenible la argumentación tecnocrática para excluir a los trabajadores, si es verdad que combatiremos al neoliberalismo en todas sus manifestaciones, no existe posibilidad de evitar esta exigencia: ¡contrato digno, prestaciones de ley, estabilidad laboral!
Para finalizar: si de verdad echaremos luz sobre la oscuridad neoliberal, el IEMS y su modalidad semiescolar son pilares fundamentales de esta nueva institucionalidad, porque en su origen está el rechazo popular a la exclusión social y la criminalización de la juventud: “Cárcel no, prepa sí”.
¡Basificación digna, ya!
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