El Sistema de Educación Dual Alemán, una Solución para los ‘ni ni’

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untitledA fines de noviembre pasado Daniel Arroyo, ex secretario de Políticas Sociales de la Nación y ex ministro de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, publicó en Perfil una nota en la que reportaba que durante todo el período de la administración kirchnerista el número de personas entre 18 y 24 años que no tenían una actividad regular ni se educaban no disminuyó. Los comúnmente denominados ni ni, por su marginación del sistema educativo y el mercado de trabajo, ascienden a un millón y medio de jóvenes, número similar a hace una década.

Señala Arroyo que “es necesaria una reforma que revise los objetivos de la escuela secundaria y los vincule con los sectores productivos y los intereses de jóvenes que incorporan muy rápido las nuevas tecnologías” y una de las posibles acciones que considera recomendables es el sistema dual en la escuela secundaria. En sus palabras, “existe un abismo entre la escuela y el trabajo. De hecho, gran parte de los jóvenes desocupados tienen secundaria completa. Para achicar esa brecha, la idea es ir al sistema dual (en los últimos años, un joven está en la escuela y además hace pasantías o capacitaciones específicas) de modo que vaya empalmando estudio y trabajo”. Esta nota profundiza dicha propuesta.

En el llamado sistema de educación dual, originario de Alemania, los estudiantes pasan una cantidad importante de tiempo en el lugar de trabajo, aún antes de que se gradúen de la escuela secundaria. Luego, muchos estudiantes ingresan directamente a puestos de trabajo en las empresas en las que realizaron las pasantías. El resultado de ello es que se incorporan a la empresa no tan sólo con los conocimientos técnicos específicos necesarios, sino también conociendo la cultural organizacional de la misma y habiendo adquirido las habilidades sociales necesarias para desenvolverse exitosamente en dicho ámbito.

En Alemania existen alrededor de 350 profesiones con una duración de 2 a 3,5 años. Conforme va transcurriendo el proceso de aprendizaje, el estudiante incrementa el tiempo de entrenamiento en la empresa y reduce el tiempo de aprendizaje en la institución educativa, logrando de esa forma incorporarse, provisto de capital humano, al proceso productivo. Usualmente los participantes perciben durante este período un salario próximo a un tercio del que percibe un trabajador al inicio de su vida laboral. Por supuesto, las empresas participantes cuentan con incentivos financieros del gobierno alemán.

Veamos un ejemplo de esta estrategia educacional. El pasado 22 de noviembre, la Revista Forbes publicó una nota titulada “¿Por qué el Estilo de Educación Alemana Está Llegando a América?” La misma se basa en testimonios de Terri Bonoff, miembro del Senado de Minnesota, quien propuso una legislación inspirada en el sistema dual alemán para ayudar a solucionar la falta de conexión entre las calificaciones de los jóvenes y las necesidades de las empresas. La legislación, usualmente denominada Minnesota Pipeline (por las siglas en inglés de inversión privada, educación pública y experiencia laboral e industrial) fue aprobada por la legislatura de Minnesota en 2014. A partir de la misma, las empresas crean puestos de aprendices y les pagan un salario, mientras que el Estado provee los fondos para la educación de tales jóvenes.
Como bien señala la Senadora Bonoff, “para comenzar, se requiere que todas las partes – la industria, las instituciones educativas y la Cámara de Comercio – se reúnan para determinar cómo podríamos aprender del modelo de educación dual para desarrollar un enfoque que nos sea de utilidad” y agrega: “Anteriormente los empleadores y los proveedores de educación no se comunicaban. Cada uno necesita comprender la perspectiva del otro”.

Actualmente en la Unión Europea 5.700.000 jóvenes de menos de 25 años se encuentran desempleados. En España y Grecia la tasa de desempleo para este grupo de edad supera el 50%. Los países afectados buscan alternativas para mejorar la transición desde la escuela secundaria al mundo profesional, centrando cada vez más su atención en el sistema dual. Eslovaquia, España, Grecia, Italia, Letonia y Portugal intentan modificar sus sistemas de formación a imagen del sistema dual en Alemania. El remarcable interés por este sistema educativo se extiende más allá del continente europeo; ejemplo de ello lo constituyen China, India, Rusia y Vietnam, quienes han suscripto acuerdos de cooperación con el gobierno alemán.

Es claro, como bien resalta Dieter Euler, en su trabajo de 2013: “El Sistema Dual en Alemania. ¿Es Posible Transferir el Modelo al Extranjero?” que “no se trata de transferir al pie de la letra el sistema de formación alemán. La experiencia demuestra que la formación dual en Alemania puede servir de modelo, pero no de patrón. Quien desee transferir a su país un sistema de formación extranjero debe tomar en consideración las condiciones generales existentes y orientar la formación profesional dual de acuerdo con sus propios objetivos educativos, sociales y económicos. La cuestión radica, por tanto, en una transferencia inteligente de elementos adaptados y no en una réplica exacta de una implantación de otro país”.

Retornando a nuestro país, es hora de enfrentar el hecho que un millón y medio de jóvenes de 18 a 24 años ni estudian ni trabajan regularmente. ¿Por qué no pensar en una adaptación del sistema dual adecuada a nuestra realidad para ayudarlos, no tan sólo a incorporarse a la sociedad productiva, como se podría lograr mediante incentivos fiscales y previsionales para las empresas contratantes, sino para que también adquieran el capital humano que les permita desarrollarse exitosamente en las mismas?
¿Qué mejor proyecto de inclusión social? El sistema de educación dual puede ser una forma ideal de capacitarlos a la vez que les provee de incentivos para incorporarse a la sociedad productiva. ¿No vale la pena evaluarlo?

Esta nota es una versión editada y extendida, de mi columna de opinión publicada en Perfil el 20 de Diciembre de 2015.

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Acerca de Edgardo Zablotsky 8 Articles
Es Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago, 1992. Ejerce los cargos de Profesor Titular y Vicerrector de la Universidad del CEMA. En Noviembre 2015 fue electo Miembro de la Academia Nacional de Educación y en Marzo 2016 Miembro del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso. Consultor y conferencista en políticas públicas en el área educativa, centra su interés en dos campos de research: filantropía no asistencialista y los problemas asociados a la educación en nuestro país.

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