El folkore y la educación

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El folclore desde su nacimiento hasta nuestros días:

El siglo XIX y el movimiento romántico con su interés por lo exótico, explican el original desenvolvimiento de la disciplina folclórica.
Interesaba fundamentalmente la búsqueda de material que atestiguara un pasado que hablara por sí solo a través de los hallazgos. Lo antiguo era importante, y el siglo XIX insistió en la recopilación de material, que poco a poco fue cobrando un interés particular y una vida propia orientada no solo por el avance de las ciencias sociales, sino también por la búsqueda de fantasías y extravagancias que contribuyeron a crear un ámbito de discusión sobre qué era folclórico y qué no, si tal o cual pueblo tenía atributos folclóricos o eran “primitivos”.
Así surgieron las teorías que pretendían explicar, por ejemplo, el origen del canto popular desde un punto de vista histórico, o destacar seriamente un origen ario o indoeuropeo de antiguos mitos, además de la teoría evolucionista predominante en la época, y también las tesis monogeneistas y poligeneistas.
Hacia 1878 se crea la primera entidad dedicada a estos estudios, que fuera la Folcklore Society de Londres, la que además de promover la recolección, las publicaba y discutía sobre clasificaciones y temas del folclore.
El siglo XX va a continuar con los avances del siglo anterior, fundamentalmente por los aportes de la sociología, la psicología, y también los estudios de Mark y Weber sobre las culturas campesinas y su importancia como tales.
¿Qué sucede en nuestra América? El folclore se ubica como disciplina dentro del vasto campo de las ciencias sociales-antropológicas y comparte con ellas su objeto y su método, pero posee una visión única de lo que quiere estudiar y lo analiza originalmente.
“Y así, en Argentina ¿quién pondría hoy en duda que corresponde al folclore como perspectiva antropológica?, tanto el estudio del tango como proceso y producto cultural mestizo, como el de la chacarera, la guarania o la chamarrita…el culto de San La Muerte, el familiar y el lobizón, las fogatas de San Juan o la quema del Judas…el cancionero popular, como el fileteado y los graffitis de los camiones…los cuentos del padre Urdemales, como los chistes de” gallegos” de moda en 1977; la pulsera de cobre contra el reumatismo o los cordoncitos de hilos rojos en las muñecas contra la envidia, el gesto entre el pulgar y el índice para ordenar un café y hasta la pizza con cerveza entre amigos como producto folclórico mestizo.
Lo que sigue estudiando el folclore hoy en el siglo XXI es todo aquello que es netamente popular y que por lo tanto no se encuadra dentro de la cultura oficial.
El arte folclórico (danza, música, pintura y demás artes), describen la diversidad de ocupaciones y preocupaciones de cada país, los hechos históricos o actos sociales, las fiestas religiosas, las emociones ante la naturaleza. En consecuencia, la variedad de muestras folclóricas es infinita y cada país y cada región tiene sus propias formas folclóricas.
Las investigaciones de Robert Redfield contribuyen a entender que el folclore ya no es “el conocimiento tradicional de las clases incultas de las naciones civilizadas” y que el término” primitivo” no es utilizado peyorativamente, para poder entender el valor de cada cultura aunque a nuestros ojos sea incomprensible.
Uno de los objetivos centrales de la educación, es promover que la escuela sea un difusor permanente del hecho folclórico, teniendo en cuenta que este cumple una función de suma importancia, si es aplicada para la comprensión de la sociedad y facilitando la formación total del alumno.
Clara Passafari dice que la utilización del material folclórico como recurso de integración puede realizarse en todo tipo de educación, y esto implica un conocimiento del ámbito cultural, la cosmovisión y el paisaje.
Creemos necesario que el docente debe formarse no como un especialista de la materia ya que eso equivaldría al aislamiento del folclore, cosa bastante habitual hoy en día, sino como un formador abierto a todas las influencias teniendo en cuenta los problemas sociales, del medio, económicos, geográficos que implican un cambio en la comprensión y aprehensión del hecho cultural, aunque en cuestión de cultura popular, el aprendizaje se da sin reglas fijas y el aprovechamiento del mismo es permanente.
Por lo tanto al llegar a la escuela, el alumno, es un “hombre” que trae consigo una cultura, por ende, ¿cómo puede el docente incorporar nuevos elementos sin quebrar los ya incorporados? Seguramente, comprendiendo el mundo actual e incorporando a él las tradiciones.
El folclore convive permanentemente, pero tal vez, los medios de comunicación y las nuevas tecnologías, solo se ocupan de difundir un subproducto comercial aparentemente folclórico, que va en desmedro de la divulgación honesta de los contenidos folclóricos.
La escuela debe incorporar en sus proyectos, aquellos elementos que mejor contribuyan a despertar el espíritu del alumno a través de las leyendas, los juegos, adivinanzas, la danza, la música y el teatro.
Afirma Passafari: “que el niño conozca el folclore no como cita aislada o dato, ya que comprende el complejo de la vida popular y así debe utilizarse en la escuela, teniendo en cuenta su relación con todas las ciencias”.

Bibliografía general y ampliatoria:

Passafari, Carla : Folklore y educación (Edit. Estrada) 1969
Redfield, Foster, Chertudi y otros: Introducción al Folklore (Centro Edit.de América Latina) 1978
Carrizo, Juán Alfonso: Historia del folclore argentino (Inst. Nacional de la Tradición) 1953

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Acerca de Bettina Di Franco 21 Articles
Prof.Superior de Piano.Maestra de Música. Prof.de Artes en Música. Secretaria del colegio primario Nuestra Sra.de Lourdes Prof.de Construcción de Ciudadanía,Colegio sec.Nuestra Sra.de Lourdes Prof.Corporeidad y Motricidad Instituto de Teología. "El arte es la expresión de alma que desea ser escuchada".

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