Docente de inicial vs. profesora de música: un trabajo interdisciplinario

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ABC_Mingote_20120213Todos los alumnos, en especial los del nivel inicial, deberían comenzar su día con un canto; durante la jornada, las tareas deberían ser interrumpidas al menos un par de veces por un canto con buen criterio que integre y proporcione un clima diferente al grupo.

De esta manera, la música no sólo llegará a ellos en los minutos previamente planificados de la llamada “clase de música”, sino en todos los momentos en que la maestra lo considere oportuno. Por lo tanto, será la docente la encargada de introducir la música durante el día sin que sea necesaria la llegada de la profesora o maestra especial.
Cuando el niño canta, pone de manifiesto un e
stado anímico al mismo tiempo que desarrolla su voz. Pero, simultáneamente, hay otros aspectos de su ser que también se desarrollan por medio de los juegos apropiados: el sentido rítmico y la capacidad auditiva.
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, la base fundamental de la actividad que se denomina Iniciación Musical es la canción, que sintetiza todos los elementos musicales que el niño debe conocer y vivenciar y por la que desarrollará su sensibilidad musical.

Es tarea de la maestra despertar y cultivar ese aspecto, brindando al niño el máximo de posibilidades en este aprendizaje activo y creador.
Un aspecto importante a destacar es que la docente reúna ciertas condiciones como, por ejemplo, aptitudes musicales (oído musical, voz bien impostada, sentido rítmico y musical), conocimientos musicales (nociones básicas de lecto-escritura musical), ejecución de algún instrumento de forma elemental (flauta, piano, guitarra, melódica) y conocimientos de corporeidad y motricidad. Estas condiciones deberían formar parte de toda capacitación y actualización natural, y no presentarse de manera excepcional como un simple complemento. Así, se podrá obtener la preparación necesaria para una mejor planificación de sus clases y para que haya una renovación constante.

Ante todo, la docente debe tener la convicción de que ella es capaz de afrontar esa tarea liberándose de la preocupación que provoca no haber estudiado la materia en forma específica y, más aún, cuando considera que todo depende de “tocar el piano o la guitarra”. Muchas veces esto se convierte en un justificativo muy cómodo para no dar clase de música, ignorando que hay gran cantidad de recursos que, si bien no suplen esos instrumentos, solucionan en parte esa situación.
Por supuesto que la orientación pedagógica que pueda recibir la “maestra jardinera” (o docente de Inicial) no pretenderá suplir los años de intensos estudios musicales de una maestra o profesora de música sino todo lo contrario: esa “maestra jardinera” será una discreta reemplazante que, además, frente a una situación dudosa, solicitará el asesoramiento correspondiente.
En el segundo congreso de la UNESCO sobre Pedagogía musical (Copenhague 1958), se resolvió que:

a) el maestro debe atender todos los aspectos de la formación de los educandos, lo que evitará las dificultades que traerían consigo las continuas adaptaciones del niño a sus diferentes maestros;
b) es más fácil para un maestro adquirir los conocimientos de música necesarios para impartir enseñanza a sus alumnos que para un artista sin preparación pedagógica improvisar o adquirir rápidamente los conocimientos psicopedagógicos y metodológicos indispensables a todo maestro.

La docente de inicial sabe cómo motivar a sus niños, cómo dirigirse a ellos, cómo interesar a los más dispersos, a los que no cantan, a los que no se interesan en la actividad. Conoce muy bien los niveles de madurez, sus posibilidades motrices, el manejo de su esquema corporal, sus limitaciones y posibilidades. Todo esto resume un aspecto tan fundamental que es preferible una maestra que se capacite musicalmente antes que una profesora de música que ignore todos los aspectos mencionados o que no trate de conocerlos; es por esto mismo que se deberá organizar y programar de qué forma trabajarán ambas. El niño no deberá sentir que prevalece la una sobre la otra: deberán integrarse y complementarse tan eficazmente que el niño las sienta como una sola.

El trabajo en equipo redundará en un mejor rendimiento por parte del grupo, así como cuando ocurre lo contrario, la enseñanza se resiente y el grupo se ve directamente afectado.

También es importante destacar que la profesora de música debe despegarse del instrumento musical ya que, de alguna manera, este la aleja del grupo. Muchas veces, si no dispone de él o lo deja de lado temporalmente puede generar un mayor acercamiento a los niños y se ponen en juego recursos espléndidos y una creatividad inesperada.

Para concluir podemos afirmar que, así como se considera necesario que la docente de inicial se capacite y cubra sus carencias musicales, también la profesora de música deberá conocer todos los aspectos que conciernen a la vida del jardín, en qué consisten las actividades del niño, por qué se llevan a cabo, cuáles son sus fundamentos, cuáles son las áreas de aprendizaje y de qué manera influye en ellas la música. Esto dará como resultado que el niño reciba la música con jerarquía pedagógica y artística.

Bibliografía general y ampliatoria:

Filho, Laurenço: “Introducción al estudio de la escuela nueva” (1964).
Gainza, Violeta: “La iniciación musical del niño” (1964).
Gil, Ethel: “Iniciación musical infantil” (1965).

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Acerca de Bettina Di Franco 21 Articles
Prof.Superior de Piano.Maestra de Música. Prof.de Artes en Música. Secretaria del colegio primario Nuestra Sra.de Lourdes Prof.de Construcción de Ciudadanía,Colegio sec.Nuestra Sra.de Lourdes Prof.Corporeidad y Motricidad Instituto de Teología. "El arte es la expresión de alma que desea ser escuchada".

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