De Pearl Harbor a Midway. La Guerra de los seis meses

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La historia, cuando no está al servicio de justificar ideologías, con el paso del tiempo va logrando hacer proximaciones más reales de aquello que quiere contar y con ello preservar, pero según mi caprichosa mirada, siempre es un borrador sujeto a corrección.
Esta crónica en particular es sobre un acontecimiento que popularmente el cine abordó en abundancia consolidando una versión que hoy se está reescribiendo.
El año de 1941 encontraba a Franklin D. Roosevelt en su tercer mandato como presidente de Los Estados Unidos de América, habiendo prometido férreamente a su electorado mantener al país fuera de la contienda europea. Había mentido a sabiendas, pero no había posibilidades de volver a ganar las elecciones en un país que aún no se recuperaba de las tremendas heridas económico- sociales de la gran depresión.
Del otro lado del Atlántico, solo la Inglaterra de Churchill frenaba con mucha dificultad la ola nazi que se iba apoderando de toda Europa y que en junio se complementaría con la llamada operación Barbarroja, la invasión de la URSS.
En 1940, Japón se había sumado al Eje Berlín/Roma abriéndose una llave remota que los históricos intereses enfrentados en el Pacífico pudieran ser eventualmente un puente para entrar en la guerra europea por parte de EE.UU.
Comienza entonces un verdadero juego de póker con seis jugadores en la mesa principal: Roosevelt, Hirohito, Cordel Hull, Isoroku Yamamoto, Joseph Grew y Hideki Tojo.
La primera movida es de Washington mediante el establecimiento de una política de restricciones y sanciones al Japón por su expansión en Asia, embargando las compras del Imperio en materia de productos altamente estratégicos como el petróleo ahogando lentamente la economía japonesa.
El primer objetivo era alentar a los sectores militaristas más duros y provocar la caída de Fumimaro Konoe, un hombre de dialogo y cultor de la diplomacia para resolver los conflictos, en su cargo de Primer Ministro.
Cordell Hull, Secretario de Estado y brazo ejecutor de lo que prudentemente llamaremos «la provocación» fue enredando a Konoe hasta dejarlo totalmente desairado frente al Emperador. Renuncia en octubre de 1941 y el 26 de noviembre parte la flota de ataque.
Quien lo reemplaza, Hideki Tojo, hombre de confianza del autor e ideólogo del ataque, Isoroku Yamamoto comandante en jefe de la Flota Combinada de la Armada Imperial Japonesa.
Su popularidad era tan grande, que a pesar de ser el objetivo principal del operativo venganza, su imagen será ´´lavada´´ junto a la de Hirohito para lograr la rápida reconstrucción del Japón en plena guerra fría y Tojo será para la historia oficial el gran asesino.
Mientras Tojo será ajusticiado al fin de la guerra y el ejército culpado de tremendos crímenes de guerra, Yamamoto y la marina serán presentados como los honorables guerreros que defendieron su patria.
El gran remate de esta «operación de imagen» es el atribuirle la frase nunca comprobada después del ataque de: «…temo que hemos despertado a un gigante». No existe ningún registro de ello. Pero sí utilizada en todas las películas que Hollywood hizo sobre el tema.
La marina japonesa como la marina inglesa, por el hecho de ser ambas de territorios insulares han sido «el escudo y lanza» del estado, absolutamente predominantes en las decisiones militares. El ejército en Japón estaba claramente subordinado a la marina.
Ya para enero 1941 el Embajador de EEUU en Tokio, Joseph Grew, informa oficialmente ( documentos del Departamento de Estado desclasificados recientemente) al presidente que si fracasaban las negociaciones, Japón estaba dispuesto atacar alguna base incluida Pearl Harbor, aunque siempre Roosevelt y el selecto grupo que participaba en la supuesta operación provocación, esperaban el ataque en Midway y que todas las señales que la inteligencia naval recibía de Pearl Harbor eran tan groseras que las consideraron un señuelo. Además de subestimar a los japoneses en su capacidad operacional.
El 7 de diciembre de 1941 a las 7.48 hora local en dos oleadas en la que participan más de 400 aviones desde 6 portaaviones de la fuerza de ataque japonesa, bombardean la más importante base naval del Pacífico y lugar de emplazamiento de la flota norteamericana.
«El día de la infamia» fue la frase utilizada por Roosevelt para calificar el ataque sin declaración de guerra previa, fórmula que ya se venía utilizando en la guerra europea y no era novedad. Pero se había logrado lo que se había buscado, ser atacados y que la población se sintiera también atacada, quizás a un precio mayor que el calculado (2386 muertos y 1139 heridos), pues nunca se creyó posible que Pearl fuera el objetivo, aunque sugestivamente ninguno de los tres portaaviones propios estaba en la rada.
El premio impensado fue la apresurada declaración de guerra de Hitler y Mussolini que en un solo acto metían a EEUU en el verdadero conflicto y lo definía como en un partido de ajedrez en «los próximos 40 movimientos».
Militarmente el ataque fue presentado «como desbastador y diabólico» cuando en realidad fue en términos estratégicos un fracaso. Los tres portaaviones americanos no estaban. Eran ellos el verdadero objetivo. Son los mismos que apenas seis meses más tarde, en la batalla de Midway, provocaran la pérdida de 4 de sus 6 portaaviones a la flota japonesa, que ocultará prolijamente el hecho que ya no va a contar con una fuerza aeronaval ofensiva y todas sus operaciones posteriores serán siempre defensivas.
Tal como contemporáneamente ocurrió con Osama bin Laden, la primera «operación venganza» se estableció después del ataque de Pearl Harbor y el primero en la lista era Yamamoto.
El 18 de abril de 1943 desde Guadalcanal despegan 16 cazas P38 Lightning comandados por el Mayor John Mitchell con el objetivo de interceptar una formación de 6 cazas y 1bombardero mediano Mitsubishi G4M «Betty» que resultaron ser dos. Tienen la ruta por la intercepción de un mensaje japones que indicaba el itinerario de una visita de inspección de Yamamoto. Roosevelt autoriza al Almirante Chester W. Nimitz que proceda con la eliminación del Almirante.
Los funerales fueron en Tokio el 5 de junio y las crónicas de la época señalan que participaron más de un millón de personas que despidieron a su héroe más popular.
Solo tres años después, su figura sería rediseñada desde occidente para que el héroe popular fallecido y el Emperador vivo sean piezas vitales en el diseño del amanecer del nuevo Japón del General Douglas MacArthur.

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Acerca de Ricardo Jaén 15 Articles
Docencia Universitaria. Profesor adjunto a cargo. Seminario de Historia Argentina. Facultad de Humanidades. UNLP. Profesor Titular. Actualidad Informativa Nacional e Internacional III. Periodismo y Comunicación Social. UNLP. Profesor Titular Argentina Siglo XX . Facultad de Ciencias Humanas. UNRC. Actividad Profesional. Consultor de Organismos Internacionales: ONU/ BID / BIRF / PNUD / UIBA Consultor de Organismos Nacionales: Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales. CARI Jefe de Asesores del Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de La Cámara de Diputados de La Nación. 2010/2011 Consultor en riesgo político Director Académico de La Cátedra Libre de Periodismo y Comunicación. UNLP Articulista: Clarín, Infobae, El Día de La Plata, Ambito Financiero, Letra P, La Capital de Mar del Plata. CNN en español. Escribe sobre Historia

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