
Los historiadores del Plata afirman que el primero que diseñó el pabellón argentino (que, como dijimos, fue inicialmente el de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y más exactamente el pabellón hispanoamericano o de la causa americana como lo llama el padre Rubén Vargas Ugarte) fue Manuel Belgrano, un 27 de febrero de 1812. Sin embargo, un redactor no identificado de Wikipedia escribe:“… la noche del 20 de junio de 1811, Zela enarboló una bandera con colores azul y blanco a cuatro campos triangulares, estableciendo por escasos tres días un
gobierno libre, autogobierno adherido a los principios de la Junta de Buenos Aires“ (https://es.wikipedia.org/wiki/Francisco_Antonio_de_Zela”. Edición extraordinaria dedicada a la independencia del Perú); es decir una especie de precursora que más tarde el Libertador San Martín replicaría en Pisco, pero con los colores rojo y
blanco. Zela estuvo en íntimo contacto con Juan José Castelli que combatía en Guaqui, batalla que perdió y decidió al mismo tiempo la debacle de la revolución tacneña y la condena del héroe en el penal panameño de Chagres hasta su muerte.
Retornando a lo de Manuel Belgrano, dicen los historiadores del Plata que éste, orando fervientemente antes de la batalla de Tucumán de 24 de setiembre de 1812, pidió a la virgen de las Mercedes interceder la victoria de sus 800 soldados del Ejército Argentino del Norte frente a los 3,000 soldados realistas comandados por el arequipeño Pío Tristán, cosa que la consiguió precisamente el día de la madona mercedaria como subrayaba en su parte de guerra, razón por la que fue declarada por el Congreso de Tucumán como Patrona y Generala del Ejército Argentino. El parte decía: «La patria puede gloriarse de la completa victoria que han tenido sus armas el día 24 del corriente, día de Nuestra Señora de las Mercedes bajo cuya protección nos pusimos». Recordemos también que el primer
Congreso Constituyente del Perú, presidido por Javier de Luna Pizarro, la declaró en 1823 como Patrona del Ejército Peruano.
Se afirma que cuando Belgrano creó la bandera hispanoamericana albi-azul cielo de dos franjas horizontales (blanca la superior y azul-celeste la inferior), inspirado en los colores de la escarapela adosada discretamente a la vestimenta de la virgen, fue izada por primera vez el 27 de febrero de 1812 en Rosario 3 cuando ésta era todavía una modesta villa, en la oportunidad en que se inauguró la batería Libertad e Independencia. En su informe dice: “la mandé hacer blanca y celeste, conforme los colores de la escarapela nacional”.
Enterado Bernardino Rivadavia ordenó que se deshiciera de las banderas, porque echaba por tierra la discreción del movimiento que enmascaraba también –como ocurriría en la revolución cuzqueña de 1814- la intención independentista de los porteños, por la cual Belgrano mandó guardar la enseña creada y, como sabemos, causa por la que se prolongó hasta 1816 la independencia de las provincias del Plata 4 . Incluso no flameó durante la batalla del 24 de septiembre de 1812 en Tucumán, donde se limitó a elevar sus ruegos marianos durante un buen rato.
Hasta mayo de 1810, todo parecía que la revolución apuntaba únicamente a cambiar al virrey Cisneros por una junta de gobierno. Sin embargo, para levantar la moral de los vencidos en la batalla de Huaqui (que comandaron Juan José Castelli y Antonio González Valcarce que, como dijimos, liquidó de paso la revolución de Zela), Belgrano hizo bendecir la bandera nueva albiceleste con el canónigo Juan Ignacio Gorriti y mandó izarlo en el cabildo como el emblema que les distinguiría de las demás naciones del orbe, legalizado, como dijimos, por el Congreso de Tucumán el 26 de julio de 1816. Dos años después, el mismo San Martín apelaría también a efectuar en Cuyo el ritual de la bendición de la bandera, pero ante la Virgen del Carmen.
Pasemos ahora al territorio del virreinato del Perú. Era octubre 3 de 1813. Había estallado un nuevo movimiento independentista en Tacna encabezado por los hermanos Enrique y Juan Francisco Paillardelle, el alcalde Manuel Calderón de la Barca y el cuzqueño Julián Peñaranda. Como en el caso de Zela (tesis sostenida por Eguiguren), la enseña albi-azul celeste fue la distintiva del movimiento que se extinguió con la derrota en Camiara de 31 de octubre de 1813 y la certeza de la derrota de Belgrano en Vilcapuquio (Oruro) el 1° del mismo mes, que hizo imposible la realización de las coordinaciones bélicas posteriores acordadas.
Recordemos que Zela también fue arrastrado por la derrota de Valcarce y Castelli en Huaqui, en El Desaguadero, a manos del jefe realista arequipeño José Goyeneche.
Hasta donde conocemos, el único historiador que toca el asunto de las banderas que flamearon en Camiara y en los acontecimientos tacneños precedentes, fue el padre Rubén Vargas Ugarte, empero sin precisar sus fuentes. Se limitó a escribir en las varias ediciones de su principal obra:
“En Tacna con los Paillardelle se enarboló por vez primera la bandera azul y blanca de las tropas de Buenos Aires y se saludó aquel pabellón que allí representaba la causa de América” (Rubén Vargas Ugarte “Historia General del Perú”, Tomo V, 1966: 231, 233). “El día fijado, en aquel lugar, iluminado por el sol primaveral de esta zona, teniendo a un
lado el verde valle de Tacna que va a perderse en la línea azul de la costa y sirviendo de fondo la cordillera en la cual destaca el majestuoso Tacora, se enarboló por vez primera la bandera azul y blanca de la causa de América. El entusiasmo creció al oírse las vibrantes palabras de Paillardelle y todos se retiraron decididos más que nunca a luchar por la libertad” (Rubén Vargas Ugarte, “Historia General del Perú”. Ed. Carlos Milla Batres,
Tomo V, Lima 1981: 234. Las negritas son nuestras).
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