Violencia, ¿Dónde?

Propuesta para analizar la violencia dentro de la Institución Educativa.

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Entendemos por violencia al acto donde hay un ejecutor violento y un «otro» receptor de aquel ataque convirtiéndolo en víctima y desdicho de su armonía interior, sus derechos y posibilidades. Por ende hay un victimario y una víctima, un ejecutor y un ejecutado.

Dentro de las Instituciones de Educación Formal, y sin dar tanto rodeo, dentro de las Escuelas y más puntualmente las Escuelas Secundarias, la palabra Violencia pareciera ser la compañera de clase que vigila desde las paredes, las ventanas, que se atrapa en el techo y amenaza hasta que algún alumno baje la guardia.

Los alumnos adolescentes de hoy viven con la amenaza constante de la violencia camuflada entre los mobiliarios escolares y dentro de los posibles ejecutores. Pero, hasta ahora no hemos dicho quiénes pueden ser los «ejecutores de violencia». Seguro usted, lector, ha pensado en algún alumno revoltoso y el infortunio de depositar ciertas destrezas de actitudes negativas  «ejecutando» la violencia ante alguna víctima de aquél . Pero no, cuando se ha preguntado sobre el «dónde»no me he referido a un grupo de alumnos en especial, cuando hablo de ejecutor y casi lo personifico, no hablo especialmente de personas, pero si de personas que la componen. Cuando indico al ejecutor de violencia hablo de medios de comunicación, estratos sociales, manipulaciones económicas y políticas, estándares enciclopedistas que toman al alumno como una tabula rasa (Locke, J.:SXVIII), lejos de respetar su cognición y habilidades previas. Actuando sólo como un gran aparato de manipulación mecánico de conductas.  Cuando hablo de violencia, hablo de las condiciones en que los alumnos co-habitan en sus aulas, las habilidades docentes y la legendaria condena social de ser un analfabeto y un no-inserto en la sociedad capitalista, si no se logran los saberes y disciplinas pautados como verdaderos y únicos.

Se habla de que los pibes son violentos, pero no se piensa en los factores ejecutores de violencia que estos alumnos deben aprender a tolerar y «normalizar» dentro de sus quince años de educación formal (obligatoria) por y para siempre.

¿Qué se resuelve desde las políticas educativas para desterrar a la violencia de las aulas? Seguramente, planes de contingencia y de concientización escolar. Pero, la raiz de la ejecución de violencia parte de toda la atmósfera que los alumnos respiran por fuera y por dentro de la Institución Escolar.

Planteo aquí interrogantes para que podamos sacudir el polvo del marco teórico con el que nos manejamos a diario en la práctica educativa para poder entender y atender al escenario institucional real junto a sus actores de hoy. Aquí no propongo proyectos concretos de posibles soluciones, ya que en este primer escrito intento plantear la problemática como posibilidad de análisis, sin el menor interés de creer que este análisis sea la única verdad, universal y para todos. Pero, pregunto a los lectores que ejercen la docencia: ¿Hablan con sus alumnos sobre lo que ellos consideran violencia?, ¿Intentamos, de alguna forma, «curar» la moral herida por los estándares y la mímesis que propone el consumo, con alguna propuesta didáctica que fomente al acto reflexivo y la comunión con la formación de un juicio crítico personal en cada uno de ellos?. Lejos de ser un recetario de ideas, ¿Se puede estimular a los alumnos a convivir sin violencia?, ¿Pueden, los alumnos, afrontar su salida de la Institución Escolar y portar un lenguaje verbal y físico sin violencia?, ¿Qué creen que sucedería si los alumnos se enfrentan a un acto violento, podrán enfrentarlo de manera crítica y previniendo cualquier ataque físico, verbal o simbólico?, ¿Deberían convivir los alumnos con los ejecutores de violencia?

En esta oportunidad muestro imágenes de una propuesta didáctica, trabajos realizados por alumnos de 1er Año de Secundaria Básica en el área de Educación Artística (plástica), bajo mi protagonismo como profesora a cargo, donde estratégicamente bajo la consigna de Esténciles Urbanos se expresa una manifestación artística que conlleva un lenguaje portador de ideas, intereses y sentimientos; por ello, los alumnos han expresado sus pensamientos en el marco social que los atañe y de manera explícita se han publicado las obras en los pasillos de la Institución, lejos de ser un simple cotillón, logrando ser un sentimiento compartido por los espectadores que han transitado el área, visualizando y adoptando el mensaje.

Entonces, cuando hablamos de violencia y nos preguntamos: ¿Dónde?, es importante no ver el «pan horneado» (los alumnos) sino entender el proceso de amasado, sus ingredientes, materias primas, leudantes, grados de temperatura de cocción. Metafóricamente, el dónde de la violencia se pluraliza en un caudal de ingredientes: componentes sociales, políticos, culturales y económicos, elaborados por el hombre y que aqueja a las Escuelas.

¿Cómo aqueja la violencia? La violencia que se ejecuta a los alumnos, se visualiza no sólo en los rendimientos escolares, deserción escolar, fracaso escolar, repitencia; mal trato físico, verbal y simbólico, sino también en los ultrajados códigos de convivencia, normas institucionales, actos discriminatorios por parte de la vista social y los cánones de lo «aceptable», expulsión y exclusión, lenguajes y recursos comunicacionales, entre otras. La violencia se ejecuta en el inconsciente colectivo, en la subjetividad que se silencia y se grita como una bocina aturdida. Se presencia en los ideales que los estándares proponen, en los medios de comunicación y lo que éstos comunican. Ante esto, las políticas educativas gestionan un rol asistencialista pero no de «repelente» de la ejecución de la violencia.

Los alumnos no quieren ser violentos y tampoco quieren que se les ejecute la violencia.

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Acerca de Victoria Larrosa 9 Articles
Lic. en Educación con mención en organización y conducción de Instituciones Escolares. Profesora de Artes Visuales. Lic . Educación en UNQui. Maestría en Política y Administración de la Educación en UNTREF. Posgrado en FLACSO en Gestión de Educativa Ministerio de Educación del Gob. de la Ciudad de Buenos Aires, Gerencia Operativa del Curriculum. Subsecretaría de Ed. de la Municipalidad de Lomas de Zamora. Profesora en Primario, Secundario, Experiencia en Terciario.

2 Comments

  1. Tu reflexión se me hace tan común a nuestra realidad que aplica 100% lo de la hermandad entre nuestros pueblos…me quedo con tu pregunta, qué estamos haciendo los docentes para trabajar el concepto «violencia» con nuestros alumnos. Qué herramientas les presentamos para que sean conscientes de esa violencia. Creo que la solución está entre los que estamos insertos en la diaria;ya sean alumnos, docentes,padres..aquellos que «vivimos» la educación.

    • Gracias Natalia por tu comentarialo. Entender a la violencia como un vocabulario implícito quizás nos armaría de estrategias provechosas para dialogar,debatir y llegar a acuerdos comunes.
      Coincido con vos cuando decis que se debe comenzar entre los actores institucionales que conviven «con» la educación por dentro y por fuera de ésta.

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