Los Sindicatos Docentes, ¿Qué Intereses Defienden?

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untitledEn nuestro país, muchos buenos maestros cobran salarios que no se ajustan a su dedicación en uno de los trabajos de mayor relevancia en nuestra sociedad; pero también están los otros, quienes cobran salarios que no merecen.
Es claro que para los líderes sindicales este hecho carece de importancia, testimonio de ello fue la posición del Frente Gremial Bonaerense durante la última paritaria del sector: “Consideramos que ningún maestro puede ganar menos de 7000 pesos y además se debe contemplar una escala salarial según antigüedad y cargo jerárquico”. Antigüedad, no mérito, un verdadero cáncer que enfrenta la educación argentina.
El pasado 14 de febrero The Economist publicó una interesante nota que resalta el costo de no enfrentar a los sindicatos docentes.
Imaginemos un trabajo donde el esfuerzo y la dedicación no tiene chances de verse reflejado en una mejora salarial o en posibilidades de promoción, y la desidia o la incompetencia no incrementa el riesgo de ser despedido. El salario es bajo, pero al menos las vacaciones son largas. ¿A quién es de esperar que atraiga este tipo de actividad? ¿A profesionales calificados y motivados o a aquellos únicamente interesados en cumplir con un horario? La respuesta es obvia.
Cambiar esta realidad implica eliminar las ventajas que aprecian los incompetentes, como la estabilidad laboral y la escala salarial basada en la antigüedad, e incentivar a los muchos docentes dedicados, motivados y calificados, mediante una escala salarial basada en la excelencia de su trabajo, no en su antigüedad.
Pero como bien señala la nota de The Economist: “Enfrentando a cualquier reforma se encuentran, en casi todas partes, los sindicatos docentes. Su disposición a respaldar malos profesionales sobre los muchos buenos y motivados no debe ser subestimada”. A modo de ejemplo, tiempo atrás en Washington se ofreció a los maestros un considerable incremento salarial a cambio de menor seguridad en el empleo. Como es de esperarse el sindicato docente se opuso tenazmente a la reforma.
Los sindicatos docentes maximizan la cantidad de afiliados sin importarles su calidad. Los incentivos de los líderes sindicales no se encuentran alineados con los de los buenos maestros ni con los de los alumnos.
Es claro que la calidad de los maestros importa y mucho. Veamos a modo de ejemplo las conclusiones de un estudio colaborativo del Banco Mundial y siete países de Latinoamérica y el Caribe: Brasil, Colombia, Honduras, Jamaica, México, Perú y la República Dominicana. El trabajo es posiblemente el de mayor envergadura llevado a cabo sobre el rol del docente, realizándose más de 15.0000 visitas imprevistas a aulas de más de 3.000 escuelas públicas entre 2009 y 2013.
En alusión a este estudio, el 26 de julio de 2014 The Economist señaló que una de sus principales conclusiones es que “la principal razón para el fracaso escolar de América Latina es simple. La región produce en serie un gran número de maestros a partir de candidatos poco calificados. Se los entrena mal y se les paga poco. Por lo tanto es lógico que enseñen mal”.
Comparemos esta foto con la de un maestro en Finlandia, el cual gana un salario digno, similar al de cualquier otro graduado universitario y es socialmente muy respetado. Las diferencias en los requisitos son homólogas a la distancia entre Finlandia y Latinoamérica. Ser docente en Finlandia requiere llevar a cabo estudios universitarios: 3 años de Licenciatura y 2 de Maestría. Para poder acceder a dicha educación se exige un promedio en el colegio secundario de por lo menos 9 puntos y además superar un proceso de selección, mediante el cual tan sólo son admitidos el 10% de los postulantes.
¿Cuál de las dos fotos es más adecuada para describir la realidad de un maestro en la Argentina? La respuesta es nuevamente obvia.
La relevancia del rol del maestro es el fundamento del histórico fallo dictado en junio de 2014 por el juez de California Rolf Treu en el caso Vergara vs. California, el cual establece que los estudiantes tienen el derecho constitucional a la igualdad de acceso a una enseñanza de calidad y que el Estatuto Docente del estado de California viola esos derechos. Según el fallo, las disposiciones del Estatuto que dan a los maestros estabilidad laboral hacen que sea casi imposible despedir a los profesores de bajo desempeño, lo cual priva a los estudiantes de una educación de calidad y por lo tanto viola sus derechos constitucionales.
El caso fue presentado por Students Matter, una ONG financiada por un empresario de Silicon Valley y otros filántropos, en nombre de nueve estudiantes de escuelas públicas. El mismo fue patrocinado por dos abogados de primer nivel, quienes presentaron resultados de investigaciones que demuestran el impacto negativo que los profesores de baja calidad tienen en el rendimiento de los estudiantes.
Marcellus McRae, uno de los abogados patrocinantes, aclaró que “este caso no busca una nueva ley que perjudique los derechos de los maestros, sino eliminar las barreras que los administradores escolares tienen para despedir a un maestro ineficiente”. Por supuesto, el fallo fue inmediatamente apelado por el sindicato docente.
La decisión del caso estimuló nuevos litigios en otros Estados. Es claro que en EE.UU. la presión de la sociedad civil está llevando a cambiar el status quo en materia educativa a través de los tribunales, dada la inacción de los políticos.
¿Y qué decir en nuestro país? ¿Alguien ha escuchado a algún político preocuparse por los eventuales costos para los estudiantes asociados a la estabilidad docente o a la existencia de una escala salarial basada en la antigüedad y no en el mérito? Es claro que no. Ningún político desea enfrentar a los sindicatos del sector.
Por ello resulta de particular interés el reporte del Banco Mundial, “Grandes Maestros: Cómo Incrementar el Aprendizaje de los Estudiantes en Latinoamérica y el Caribe,” dado a conocer el Jueves 21 de Julio de 2014 en el Foro sobre Regional Educational Solutions, llevado a cabo en la Universidad Católica de Lima.
Su conclusión es movilizante, cada semana los estudiantes de las escuelas públicas se ven privados del equivalente a un día completo de clases, en virtud de la baja efectividad de los maestros. Este hecho se funda en el ausentismo docente, su mala preparación, su bajo nivel de capital humano para ejercer la profesión y la falta de liderazgo en las autoridades de las escuelas.
Es hora de enfrentar un tema tabú, aquella maestra de antaño, que con su guardapolvo blanco aún hoy genera una imagen de respeto en nuestro imaginario, ha sido reemplazada por dirigentes sindicales que impiden la educación de nuestros hijos.
La educación en nuestro país requiere una reforma de una magnitud similar a la generada por Sarmiento hace más de un siglo. Necesitamos un estadista, un fanático por la educación de sus conciudadanos. Necesitamos a alguien que decida enfrentar a los sindicatos docentes en lugar de negociar con ellos, en defensa de los intereses de los muchos buenos docentes que ganando salarios de hambre arriesgan hasta su integridad física educando a nuestros niño.

Esta nota es una versión en español, editada y extendida, de mi columna de opinión publicada en Buenos Aires Herald el 11 de Julio de 2015.

Edgardo Zablotsky, Vicerrector, Universidad del CEMA

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Acerca de Edgardo Zablotsky 8 Articles
Es Ph.D. en Economía en la Universidad de Chicago, 1992. Ejerce los cargos de Profesor Titular y Vicerrector de la Universidad del CEMA. En Noviembre 2015 fue electo Miembro de la Academia Nacional de Educación y en Marzo 2016 Miembro del Consejo Académico de la Fundación Libertad y Progreso. Consultor y conferencista en políticas públicas en el área educativa, centra su interés en dos campos de research: filantropía no asistencialista y los problemas asociados a la educación en nuestro país.

1 Comment

  1. El sindicalismo en Argentina es una vergüenza Nacional, el propósito principal es mantener y aumentar las cantidades de socios para un mayor ingreso en los Sindicatos !!!

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