Carta Portulanas

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index.jpggggEstimados amigos de Podemos:
Soy Javier De Benito Hernández. Tendría ciertas dudas que plantearles porque, pese a que entiendo y comparto la ambigüedad calculada con vistas a lograr la posibilidad de cambiar las cosas, el nuevo programa económico contradice ciertos conceptos con una significación que trasciende la propia ambigüedad.
En primer lugar querría, si está en su mano aclararmelo, conocer a qué se refieren ustedes con el cambio del concepto “impago” a “reestructuración” (referente a la deuda nacional). Yo entiendo por impago tras una auditoría renegar de toda deuda de naturaleza ilegítima, entendiendo a su vez por ilegítima aquella que responde a intereses lucrativos de las oligarquías financieras; mientras que, por reestructuración entiendo una renegociación de los pagos de una deuda (sean los intereses o la cantidad anual a pagar) que no se cuestiona su naturaleza (quizá como mucho la petición de una quita, que no nos otorgarían por el mero hecho de poder pagarla, independientemente de los años que supusieran). Si hablamos de un partido cuya directiva entiende que la mayoría de la deuda del estado español es, muy probablemente, ilegítima por el simple hecho de tratarse de un estado subordinado a los poderes financieros (como demostró la modificación del artículo 135 de la constitución), y demostrado constantemente por los atracos de los sectores energéticos, las puertas giratorias… no comprendo este cambio en la terminología del programa. Es cierto que puede que suponga un cambio sin mayor trascendencia, pero a mi me preocupa profundamente; entre otras cosas porque opino que ese es, precisamente, uno de los principales problemas a tratar. Así pues, la primera duda que querría plantearles es si realmente ustedes mantienen dicho impago tras la celebración de una auditoría que demostrase los fines lucrativos e ilícitos de la deuda. De ser así, entendería el cambio de terminología como algo puramente estratégico de cara a las elecciones, englobado dentro de esa ambigüedad necesaria para evitar el abuso de los medios de comunicación sobre el “monstruo del neocomunismo” (entiendase la ironía).
En segundo lugar, y de carácter más genérico, querría resaltar la sorpresa que me supuso el cambio en el programa económico, de parámetros que amenazaban el sistema económico criminal que padecemos a unos englobados como “socialdemócratas”. Si la directiva del partido entiende (como escuché en la entrevista de Jordi Évole a Pablo Iglesias) que el principal problema social, político y económico de este país (y de muchos otros) es el capitalismo financiero, no entiendo el giro hacia un programa socialdemócrata. Pese a ser el mal menor, lo cierto es que la política socialdemócrata actúa dentro de los límites que ofrece dicho sistema criminal, y, por lo tanto, supondría “aceptar las reglas del juego” paliando las inevitables consecuencias hacia las que se dirige el sistema. Es evidente el hecho de que este problema no hace más que agravarse por momentos como indica la futura firma del TTIP (donde no puedo evitar acordarme de lo acontecido en Latinoamérica, en países como la Argentina de Ménem o la Bolivia de Hugo Banzer). En cualquier caso, y en segundo lugar, querría preguntarles si este giro en el programa económico sigue estando englobado en lo que consideraría como estrategia electoral o efectivamente ustedes creen en el programa que han presentado. Entiendo que la respuesta no puede salirse de la terminología acordada, pero, egoístamente, necesitaría conocer las intenciones reales.

Puntos incuestionables como replantear la pertenecencia a la Unión Europea, atacar el capitalismo financiero, que nos lleva irremediablemente al monopolio y al constante imperialismo y, por lo tanto, a la dictadura financiera, declarar el impago de la deuda ilegítima, nacionalizar los sectores privatizados por gobiernos anteriores que no hacen más que lucrar de manera inmoral a una oligarquía empresarial con bienes de necesidad básica como el agua o la electricidad, romper el sector petrolífero (el cual ha generado el nacimiento de auténticas empresas depredadoras como Repsol, que se lucraron con recursos ajenos aprovechándose de las recetas neoliberales, por ejemplo, en Argentina) en beneficio de las energías renovables (constante e injustamente atacadas por amenazar el negocio tan beneficioso para la oligarquía financiera del petróleo), modificar el sistema educativo y desligarlo del sistema productivo, donde nunca encontrarás un trabajo mientras no puedas ofrecer beneficio al empresario que posea los medios de producción, someter la prensa y los medios públicos al interés directo de los ciudadanos, y no del poder ejecutivo, que actúa como una oligarquía electa cuyo mandato dura 4 años y manipula los medios públicos en su propio beneficio (muestra de ello es el esperpento en el que han convertido tve o telemadrid), declarar de forma directa el retraso que supone que tengamos una familia cuyos primogénitos heredan de forma incuestionable la jefatura del estado donde, se supone, la soberanía es nacional… entiendo que son temas demasiado “directos”, digamos, de cara a unas elecciones estando en el país en el que estamos. No obstante, me sería grato saber que el partido en el que deposito mi voto en representación de mi pequeño átomo de soberanía de la nación es consciente de lo anteriormente, además de muchas otras cosas, como me demostró de palabra en los meses anteriores a las encuestas tan favorables con respecto a la intención de voto.

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Acerca de Javier de Benito 18 Articles
Estudiante de Historia de la Universidad Autónoma de Madrid. Director de intrahistoria.com. Títulaciones en nacionalismo catalán y judaísmo por la Universidad Complutense de Madrid; Mención de honor en Nación y nacionalismos de la Europa contemporánea.

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